martes, 6 de enero de 2015

Vértigo

Cuando da la luz vemos a MUJER parada sobre un par de desmesuradas sandalias con plataforma, el calzado es exageradamente grande, tanto en la talla como en la altura de la suela. MUJER masca chicles al borde de una crisis de nervios.
      MUJER: ¡Esto es fuerte! ¡Esto es muy fuerte! ¡Ay, por Dios! (respira con   energía, hace equilibrio con los brazos, se apoya una palma en la frente, lloriquea) ¡No entiendo!¿Cómo llegué hasta acá?
Comienzan a escucharse voces y música de fiesta.
      Estoy temblando. ¡Tengo miedo! ¡Tengo mucho miedo! ¿Y si me bajo? ¡No, qué estoy diciendo! No puedo bajarme. Sería un bochorno, un papelón. Si en cambio pudiera moverme unos metros…
Hace un gran esfuerzo, consigue mover unos centímetros un pié, luego mueve el otro.
      ¿Cómo llegué hasta acá? ¿Qué hice? ¡¿Qué está pasando con la sociedad?! (lloriquea, vuelve a mover ambos pies con torpeza) ¡Soy patética, boluda, soy Frankenstein! (se calma, vuelve a mascar chicle, disimula) Bueno, serenidad, me voy a tranquilizar y a pensar una salida (mira hacia abajo) ¿Aquellas qué son, personas, o son hormigas? No lo sé, siento presión en las sienes y en los ojos, el cerebro como comprimido (sufre un temblor) ¡Brrr! Y hace frío. Recién me doy cuenta: hace mucho frío. Seguro que es por la altura, como en la alta montaña, en la altura desciende la temperatura y falta el oxígeno. ¡Eso es tremendo! ¡Tengo que pedir ayuda! (hacia abajo) ¡Holaaaa! ¡Holaaaa! ¡Aquííííí! En la alta montaña además hay aludes, hay avalanchas, los andinistas quedan aislados por la nieve, tienen que ser rescatados por helicópteros antes de que los devoren los lobos. ¡Un disparate! ¡Una locura!
Saca de la cartera un cigarrillo y lo prende. Mira hacia abajo.
      ¿Me están haciendo señas o me parece? Debe ser por el cigarrillo. ¡Qué histeria con el cigarrillo! ¿No se puede fumar en ningún lado? ¡Okey, okey, ya lo tiro!
Apaga el cigarrillo y lo deja caer. Masca el chicle con fruición, se mueve como si bailara, disimula. Vuelven a escucharse la música de la fiesta y las voces.
      ¿Y todo esto por qué? ¿Por los tipos? ¿Cuántas estupideces mas habrá que hacer por los tipos? Bueno, tampoco exageremos. Peor si fuera tailandesa, o africana. Creo que son las africanas que se ponen esos aros espantosos en el cuello desde el nacimiento y terminan como jirafas. ¡Eso es grave, no esto! En definitiva, cuando consiga bajar yo voy a seguir siendo la misma (mira abajo) ¡Holaaaaa! ¡Aquííííí! ¿Esos son gente o son hormigas?
Masca el chicle. Saca un espejito de la cartera y se mira el maquillaje. Suena su celular, lo saca de la cartera.
      Hola. Millie… No boluda, en la fiesta, te dije que venía… No, mal no. En realidad sí, es que tuve la brillante idea de ponerme las sandalias negras. Sabés cuáles. Las negras con plataformas que a vos te encantan. Bueno, y hace media hora que estoy acá arriba y creo que me dio un ataque de pánico, o de vértigo, y no puedo bajar …¡No es un chiste, pelotuda! ¡Ya sé que yo hago chistes pero esto no lo es!... No, nauseas no, más bien ahogos, como una opresión en el pecho. Sí, es probable que sea vértigo. ¡Es una vergüenza, tarada, esto es patético, es un papelón! (lloriquea) Y qué se yo, por ahí quedarme quieta, que no noten mi presencia y cuando acabe la fiesta llamo al 911. ¡Estoy re-mal!... Sí, ya sé, ya sé, pero esto es distinto…Por supuesto que a vos también te pasan cosas, pero esto es distinto… Sí que me acuerdo: se te bajó el implante de glúteo. ¡Ves que me acuerdo! Pero estábamos con Meche, las dos te sacamos de Pachá y te llevamos a la guardia. Por lo tanto hay una diferencia, yo acá estoy sola. ¿A mí quién me rescata, quién me ayuda, eh? (lloriquea) ¡Me siento re mal, re expuesta! (vuelve a respirar fuerte, a sostenerse la frente) Fijate si lo ubicás a Gustavo… No, yo no lo quiero llamar. Voy a intentar, voy a intentar, dale, cualquier cosa te llamo, un beso, chau, chau.
Guarda el celular. Prende otro cigarrillo, mira hacia abajo, lo apaga y lo tira.
      ¡Okey, okey! ¡Ojalá le caiga en uno de esos manteles pretenciosos y les incendie todo!
Se escucha la música de la fiesta y las voces. Dolores vuelve a mascar chicle con fruición, se mueve como si bailase, disimula.
      Control. Estás en esta fiesta inolvidable, llena de gente fantástica  y estás realmente increíble (le habla a alguien imaginario) Hola, ¿cómo estás?... ¿Yo? Dolores… ¡Ay, gracias!... ¿Bailar? No, bailar no, gracias… No puedo, una distención en el muslo, juego al hockey… ¡Sos insistente, eh! Bueno, dale, pero solo un tema (vuelve a mover los pies con dificultad y torpeza, se desespera) ¡Soy patética, boluda, soy Frankenstein! ¡Peor que eso, soy Ari, la mona de “El Planeta de los Simios” con las piernas enyesadas! Tengo que encontrar la forma de bajar. ¡Aquííííí! ¡Ayudaaaa! ¡Ma´sí, yo lo llamo a Gustavo! (mira en el display del celular, sacude el aparato) ¡No te puedo creer, ahora no hay señal! Ah mirá: ahí viene, ahí se va, ahí viene, ahí se va. Seguro es por la altura, a determinada altura las antenas no te agarran y necesitás un teléfono satelital. Debería estar legislado: con la compra de sandalias con plataformas tendrían que darte un teléfono satelital. No puede ser que por elegir estar linda, una deba quedar incomunicada. Tengo que ubicar a Gustavo, me siento pésima, tengo que confesarle la verdad: ¡Gus, mi amor, te mentí! No sé si fue por egoísmo o por inseguridad, pero construí un mundo ilusorio en torno nuestro. Tengo que decírtelo, yo no soy la que dije ser, yo… soy treinta centímetros más baja (de golpe cambiando) ¡Pero no, pará, pará! Yo no sos baja, Gustavo es alto, que es otra cosa. Si descalza estoy en el metro sesenta, al sumarle treinta, treinta y cinco centímetros, si no me fallan los cálculos, eso da como un metro noventa… ¡QUÉ ESTÚPIDA! ¡CLARO! (lloriquea) ¡Parezco un trava! ¡Soy un trava! Con razón los tipos esos de la playa de estacionamiento… ¡Qué depresión, boluda: soy un trava! (reponiéndose, hacia abajo) ¡Sorry, chicos, pero entendieron cualquiera! ¡Ojo, todo bien con la comunidad trans pero nada que ver! Lo que pasa es que al estar acá arriba, al verme así, por ahí ustedes… (lloriquea) ¿A quién le hablo? Le estoy hablando a las hormigas. Ni siquiera estoy segura de dónde estoy. Siento una opresión cada vez más fuerte en el pecho, me duelen los ojos, en cualquier momento me va a venir la lipotimia. ¿Si me da una lipotimia y caigo inconsciente al vacío? Morir así, toda despatarrada, con la lengua salida, sangrando por las orejas. ¡Qué patético, cero glamour!
MUJER vuelve a respirar fuerte, a sostenerse la  frente. Masca el chicle con fruición. De golpe mira abajo hacia un punto determinado.
      ¿Sí? ¿Me está hablando a mí? No estoy fumando, mire, ya lo tiré... ¿Ah, no? ¡Hay que suerte! ¿Vienen a rescatarme? ¡Por fin! ¿Qué son, del SAME? ¿Del grupo del Doctor Crescenti?... Estoy, estoy tranquila. ¿Por qué lo pregunta?... No, no consumo drogas. Lo que pasa que vine a la fiesta subida a estas sandalias, después bajó la temperatura, se me dificultó la visibilidad, perdí contacto y quedé varada. Pero bueno, ahora alegría: qué bien que vinieron. No sé, dígame, ¿qué le doy, el carnet de la prepaga?... ¡Ah, okey! ¿Primero el derecho? No sé si voy a poder, sufro de vértigo, o quizás es un ataque de pánico. Usted sabrá mejor que yo. Primero el derecho, okey. ¿Le parece que no me voy a caer? ¡ME CAIGO! Ah, okey, me sostengo.
Sosteniéndose del paramédico que la agarra, MUJER baja el pie derecho de la sandalia.
      Sabe, la verdad que no sé como llegué a esto. Usted debe tener experiencia, dígame, ¿es por los tipos? ¿O es por una necesidad de gustar, así en general? A mí me gusta gustar. Escuchó lo que dije: “me gusta gustar”, es como un juego de palabras. Okey, no hablo más. Ya  le dije que no me drogo… ¿Ahora el izquierdo?
MUJER baja el pie izquierdo. A las voces y sonido de fiesta se le agregan aplausos.
      ¡Me muero, nos está mirando todo el mundo! ¡Esto no lo están filmando, ¿no?... ¿Máscara de oxígeno?¡Ni lo sueñe! Prefiero morir por asfixia. ¡Ni máscara de oxígeno, ni silla de ruedas, sáqueselo de la cabeza!... Estoy bien. Solo deme unos segundos para adaptarme otra vez al nivel del mar. Puedo, no se preocupe. Vea como camino, ¿ve que puedo? Bueno, ahora me tengo que ir, fue un placer, un saludo al Doctor. Crescenti, muchas gracias, adiós.
Sale casi escapando. Se escuchan las voces y la música de fiesta. Quedan las sandalias solitarias, iluminadas por una luz cenital.

APAGÓN