viernes, 1 de septiembre de 2017

Pensarás que estoy loca

Personajes:
GLORIA

Ambiente único (cocina, comedor, sala de estar) delimitado por un bastidor semicircular del que cuelgan cortinas de plástico, cacharros, perchas con ropa. Todo muy precario. Hay un espejo y una mesita baja en el centro con velas, incensario, piedras energéticas, cera depilatoria, un vaso con cerveza, bloc de hojas y birome. A un costado más cacharros, pilas de revistas, cajas, envases. Gloria, de batón, despeinada, sentada en una banqueta está escribiendo una carta. Tararea una canción de Romeo Santos mientras piensa, luego escribe.

GLORIA: “No te asombres / si una noche / entro a tu cuarto y nuevamente te hago mía / Bien conoces / mis errores / el egoísmo de ser dueño de tu vida” (escribe) “Vos sabes, las decisiones importantes a mí siempre me costaron, necesito distancia, Gus, de chiquita me pasa así” (piensa) Como cada vez que tenía que elegir el asiento del 95 cuando iba a lo de la tía Zulma. O cuando me escapaba a la heladería y pedía los gustos para combinar en el cucurucho. Jaja. (escribe) “Los gus-tos en el cu-cu-ru-cho”. Eso está bien.

Mira hacia una hoja de periódico con una foto que cuelga de un gancho sobre el lateral izquierdo.

GLORIA: ¡Ay Gus! ¡Muñecote!

Alza el celular de la mesa, pone la misma canción, se incorpora y, mientras canta, baila. Se acerca a la foto, mira la imagen, la seduce.

GLORIA: “Eres mía / mía, mía / no te hagas la loca que eso muy bien yo lo sabía”… ¿Y yo cómo estoy? ¿Cómo me ves? ... ¡Divina! ¿Cómo voy a estar?

Va hasta el espejo, vigila que no le hayan crecido bigotes


GLORIA: Solo necesito tiempo, me faltan unos detalles...

Vuelve a la banqueta, apaga la música del celular y comienza a depilarse una pierna.

GLORIA: Pequeños detalles, pavadas. Un par de retoques con los que la mujer apasionada enloquece a su hombre. Jaja. ¡Los gustos de nuestro cucurucho, Gus, el cucurucho del amor! ¡Estoy tan feliz! ¡Qué loco! La vida es tan rara, ¿no?

De un cuarto, sobre la derecha se escucha la voz de un chico de ocho años, emite sonidos y fraseos extravagantes, que no pertenecen a ningún idioma conocido. Gloria reacciona, se incorpora, va hacia la voz.

GLORIA: ¡Te callas! (más voces del chico) ¡Dije que te callás! ¡Así no! ¿Me escuchaste? ¡Así no! ¿No ves que estoy ocupada? (más voces del chico, va hasta la mesita, alza el recipiente con la cera y amaga a tirárselo) ¡Epa! ¿Te asustaste, putito? ¡Mirá si te voy a tirar con la cera, mi amor! (más voces del chico, va hacia el espejo, se estudia, hace poses) Lo que pasa es que mamá está ocupada, mamá ahora necesita tiempo para ella, tiene que ponerse atractiva, volver a ser esa mujer misteriosa y salvaje. Vos no sabés de qué hablo porque no habías nacido. Jaja. Eras solo aire, como tu hermano. Dos pedacitos de aire con posibilidades de ser (cambiando, en dirección al cuarto) ¡Y para el domingo te adelanto que tenés que decir algo que se entienda!

Va hasta la mesita, alza el vaso de cerveza, que apenas tiene un trago, lo llena de una botella de Quilmes que hay en el piso. Bebe y eructa.

GLORIA: Me estoy desordenando, estoy dispersa y tengo que acelerar. Sino entre que hago la carta, paso y  la dejo, no llego a la terminal (a la foto) Acá no te aceptan reservas telefónicas, sabés, Gus, para Capital sí o sí hay que retirar los pasajes por ventanilla con una semana de anticipación ¿A ver cómo vamos? (alza la carta, camina, mientras la repasa a velocidad toma del vaso) “Hola Muñecote, ¿a que no sabés quién soy? ¿Me reconociste la letra? Soy Gloria, tu Gloria. Te caíste de espalda. ¿Decí que no? ¡Cuánto tiempo!” ¡No! ¡No! (va hasta la mesita, toma la birome y tacha) ¡Es muy común, es chirle! Además no le puedo poner Muñecote así de entrada. Tiene que haber otra cosa. Tengo que hablar de cosas profundas, inteligentes.

Va hasta una pila de revistas y empieza a hojearlas buscando letra, mientras vuelve a tararear.

GLORIA: Ponerle algo inteligente. “No te asombres / si una noche / entro a tu cuarto y nuevamente te hago mía / Bien conoces / mis errores / el egoísmo de ser dueño de tu vida” (encuentra algo) “El Universo… opera de formas extrañas, y un día el buscador descubre que el camino se abre y revela su sentido oculto”  Ves, esto es algo. (copia el fragmento en la carta, a la imagen) Para que te des cuenta, Gus, para que veas que sigo siendo Gloria (tiempo. Cambiando) ¿Te acordás de la última vez, en el café de la placita Sarratea?  Sabés, yo no me olvido. La mesita a la calle. No parabas de tartamudear. Me pediste que volviera... (se acerca al artículo con la foto) ¿Y vos, cómo estás? Dale, decime con los ojos. ¡Esos ojos, Muñecote! Seguís lindo, eh. Qué tipo lindo que eras. Te hago una confesión: cuando íbamos a algún lado y había gente, a mí a veces me daba no sé qué estar con vos por lo lindo que eras. Eras… cómo decirte, como delicado, entendés, esa carita, las manitos blancas. Y a mí se me mezclaban las sensaciones. Por un lado me producía como un rechazo; no era rechazo, era como cierto asquito y, al mismo tiempo, me llenabas de ternura (se emociona) Mirá lo que me hacés decir. Ya sé, soy una estúpida. ¡Pero me acuerdo tanto, tanto, Gus! (vuelve la voz del chico) ¡Nene, te callás!

Va hasta una caja con juguetes, alza unos cubos de madera, va sobre la derecha y se los comienza a tirar.

GLORIA: “Por favor, mamá, traeme los cubos” ¿Es tan difícil? (voz del chico) A ver, mi amor, mamá te entiende, okey, pero sería mucho, muchísimo mejor si hablaras en argentino. Como tu hermano. Por qué no tomás de ejemplo a tu hermano.

Vuelve a sentarse en la banqueta y sigue depilándose. Le habla al hijo.

GLORIA: Lo hermoso que era tu hermano a tu edad. ¡Era tan desenvuelto, tan gracioso! Un gurrumín así, venía corriendo con esa navaja que le había regalado tu padre -¡que era un peligro!- se paraba con los piecitos separados y decía: “Cuando papá no está, yo te defendo. ‘Yo te defendo’, jaja. Vos no podés acordarte porque eras bebé, ¡pero era tan cómico, tan lindo! (se emociona)  Miralo ahora: un hombrecito. ¡Gustavito! ¡Gustavito! (transición, va hasta la puerta de la habitación)  ¿Dónde está? Mati, te estoy preguntando, ¿dónde está tu hermano? (voz del chico) ¡Entendés, claro, que entendés, sos medio pavote cuando te conviene! Te pregunto dónde está. ¡Soy la madre, tengo derecho y ya sabés lo que pasa si interviene tu padre! (voz del chico) ¡Te callás! Te juro que cuando aparezca me va a escuchar (va hasta la imagen de Gus del artículo y la da vuelta) ¡Pendejo ladrón, falopero! (vuelve al espejo, se controla los bigotes) Entra y sale cuando quiere, saca, vende lo que se le ocurre, como si esto, no sé, fuera una sucursal de Garbarino. ¡Y a vos que no te sale una puta palabra! Ya mismo tengo que hablar con Agatha.

Va hasta la mesa baja, apoya el blog y la birome en el piso. Vuelve hasta la imagen de Gus y la pone del derecho.

GLORIA: Perdóname un segundito, mi amor. Bueno, relax, relax, che…

Respira. Toma del vaso, eructa. Se pone a armar el altar, prende las velas, acomoda las piedras energéticas, alza una estampita y la apoya contra el incensario. Mientras hace todo esto tararea. Se muestra algo borracha.

GLORIA: “Dicen que tu novio es un insípido, aburrido / que eres fogata y el tan frío / No te asombres si una noche / entro a tu cuarto y nuevamente te hago mía” La aguamarina atrae la claridad de pensamiento, el cuarzo aporta firmeza y seguridad, el ámbar libera a la mente de negatividad. Hay que ponerlas en orden y para que funcionen tienen que estar activadas. ‘Activadas’ ¿Habrá que enchufarlas en algún lado? Jaja. ¿Qué son, a pilas? Jaja. Ya no saben qué inventar (alza la estampita) ¡Ay, que letra de hormiga! (busca unos lentes, se los pone)Virgen Inmaculada, en honor de tu divino hijo nos postramos delante de ti, implorando la misericordia de Dios. No por nuestros méritos, sino por la bondad de tu corazón maternal” Después repetir dos veces más (cierra los ojos y mueve los labios a desgano. Antes de terminar la oración marca en el celular) Hola, Aghata… Amiga, ¿vos me escuchás bien?… Bueno, mirá, conseguí las piedras. Fui a ese lugar, casa Orión. Decime algo, ¿cómo es esto que tienen que estar activadas?... Ajá… Así están más receptivas… Sí, sí, ya sé, para que respondan a lo que una pide. Decime, ¿y vos estás segura, no?... ¡Creo, creo, obvio que creo y hago todo al pie de la letra! Primero me dijiste que tenía poderes, después que era niño índigo. ¡Cualquier cosa me dijiste! Con una mano en el corazón, ¿vos decís para el domingo el pibe me habla normal?... Es que, para serte sincera, yo no veo un puto progreso, no sé, está igual... Sí, sí, claro que tengo fe. ¡Yo siempre tengo fe, Agatha!  Pero, para que te des una idea: el té de ortigas fue imposible dárselo. No lo pasa, se empezó a mover, le quemé toda la boca y el cuello, me lo escupió y al final me cansé. Por ahí tiene razón la piba esta, la asistente social y… ¡No, no, claro!… Sí, tenés razón (va de nuevo hasta el recorte con la foto de Gus, lo pone al revés) Escuchame, también quería consultarte: con respecto a lo otro. ¿Qué viste?... (contrariada) No entiendo… ¡Digo que no entiendo, no capto lo que estás diciendo! ¿Mi destino? ¿Cómo que no es mi destino?... ¡¿Turbio?! ¡Y qué autoridad tenés vos para decir que está turbio! ¡Si está turbio ponele lavandina y aclaralo!…  No, no me enojo, Agatha, no entendés: es que yo lo veo tan claro. Sé que mi vida va a cambiar. Sobre todo por los nenes, como buena madre para mí ante todo están los nenes. Quiero decir, pienso en mí, pero sobre todo pienso en ellos, pobres angelitos de Dios. Es una vida nueva, ¿entendés?… Okey, replanteo… Entiendo, entiendo, querés decir como recoger las barajas, mezclarlas y dar de nuevo, lo que vos digas… Agrego dos velas más…. Amarilla: persuasión y dominio sobre los demás y otra azul… ¿para qué?... Lealtad y buen funcionamiento de bazo y riñones. ¿Y eso que tiene que ver con lo mío?... Ah, okey, okey, no te discuto. Las consigo y las prendo. Y ahora te tengo que cortar, tengo que hacer mil cosas. ¡Me estoy volviendo loca, amiga!... Respiro, respiro (respira fuerte para relajarse) Gracias, te llamo, chau. ¡Si no fuera por vos, Agatha, sabés que te debo un montón! Chau, amiga, chau, gracias (corta la comunicación) ¡Andate bien a la mierda! ¡Te conozco, mascarita! Te morís de envidia. Con Ruben fue calcado. ¡Sos calentona, no te controlás! No es que esté turbio, que esté trabado, sos vos la que me lo quiere trabar para después levantarte a mi tipo. ¡Y yo como una estúpida te di su foto, te dije su fecha de nacimiento! ¡Estúpida, estúpida! Tengo que recuperar esa foto.

Vuele a sentarse en la banqueta y sigue depilándose.

GLORIA: Eso me pasa por confiar en la gente. No hay que confiar en la gente. “El mal…  el mal… (trata de recordar, va hasta la pila de revistas, busca a velocidad, encuentra la frase) “El mal… es todo lo que en el Hombre y su condición existencial es equivocado e impide que sea verdaderamente Hombre” Eso está bien.

Alza el block y la birome del piso y escribe la frase en la carta. Se escucha el ruido de una puerta y los pasos de alguien corriendo. Se incorpora y habla hacia la entrada, ubicada en un punto sobre la platea a la izquierda.

GLORIA: ¡Gustavito! Gustavo Adolfo, ¿te fijaste la hora?

El recién llegado va hacia la habitación donde está su hermano.

GLORIA: ¡Gustavito! ¿Le querés informar a tu madre dónde estabas? ¡Qué hacés! (voz del chico) ¡Dejá en paz a tu hermano! (más voces del chico) ¡Te callás! (a Gustavito) Tratalo con dulzura, ¿tanto te cuesta? Mati es frágil, hay que cuidarlo. ¡Son hermanos, tienen un vínculo, che! (cambiando) ¡Qué lindo que está el nene! Dale, contale a mamá, ¿de dónde sacaste esas zapatillas? ¿Dónde estabas? (ruidos) ¿Qué estás buscando ahí? ¿Qué hacés? ¡No toques…! ¡Mi plancha para el pelo, ni se te ocurra!

Entra al cuarto, se trenza en lucha con su hijo, se escucha el forcejeo junto con las voces del chico.

OFF GLORIA: ¡Soltá! ¡Soltá eso! ¡Dame para acá! ¡Es un regalo de tu tía Gladys! ¡Pendejo de mierda! ¡Tené un respeto!

Vuelve a escena cubriéndose un ojo con la mano, lo sigue con la vista hasta la salida.

GLORIA: ¡A una madre no se le pega, animal! ¡Delante de tu hermano! ¡Sos igual a tu padre! ¡Ya estoy harta! ¡Re mil podrida, estoy! ¡Esto se termina ya!

Va hasta la mesa baja y alza el celular, llama. 

GLORIA: Hola, Seccional… Sí, gracias (a la puerta de salida) ¡Todo tiene un límite! ¡No podés decir que no te lo advertí! (al celular) Hola, sargento… cabo, sí, para hacer una denuncia… Por robo… Gustavo Adolfo Sosa… El nombre del ladrón… ¡Y cómo no voy a saberlo si es mi hijo mayor!…  Sí, teniente… bueno, agente, es mi hijo y estoy segura. ¡Usted me toma la denuncia!... Mil cosas: el ventilador de pie, dos plegadizas, dos celulares, un apoya pava de madera, recuerdo de Monte Hermoso, divino, tres cadenitas de plata, una con la medalla de San Benito. Ahora se me llevó la plancha para el pelo Philips… No señor, estoy tranquilísima, teniente.  Yo hago la denuncia, usted lo busca, lo detiene y le da cinco años de cárcel o lo que sea. Es su trabajo, ¿no?... Por la placita de la vía, o en la estación. Andan siempre por ahí… Bonifacio 448. ¡Necesito una condena, okey!... Por favor, cuanto antes. Gracias, sub comisario, muy amable, gracias, muchas gracias (corta. A la puerta de salida) ¡Ahora vamos a ver cómo te arreglás! ¡Y ni sueñes con que tu padre vaya a buscarte porque no está, se fue de viaje! (se mira en el espejo) ¡Mirá como tengo el ojo! ¡Y justo ahora! Espero que
no se me hinche. Por ahí con un poco de tapa ojeras… (mira el entorno) ¡Qué desastre! ¡Qué desastre! ¿Qué estoy haciendo? (respira) Tengo que relajar, tengo que soltar. Inhalar y soltar, inhalar y soltar…

Pone en el celular el tema de Romeo Santos, va a buscar el artículo con la imagen bailando y lo apoye en la mesa contra el incensario. Toma del vaso de cerveza.

GLORIA: Cuántas interrupciones. Volvamos, Gus, ¿cuánto pasó? ¿Quince años? (escribe en el block) “Quince años” ¿Quince años es mucho o es poco? Jaja. Yo con el asunto del paso del tiempo soy un desastre, no sé, me desorienta, es como que no soy consciente… No, debe ser mucho… ¿Sabes?, yo en estos días estuve pensando, dele que dele, dándole vueltas: Y sí, estuve pésima, estuve re-cruel con vos. Siempre tuve una duda: ¿Vos querías formalizar? ¿No? ¿Qué tu madre conociera a mi familia, que hiciéramos el casamiento por iglesia, una gran fiesta? A mí siempre me gustó pensar eso. Pero yo en ese momento era una inmadura, Gus, tenía la cabeza en cualquier lado. Además, Muñe, estaban todos esos gustos raros tuyos, quiero decir -jaja, todavía hoy me da un poco de pudor- la cuestión íntima-sexual, digo. ¿Sabés a qué me refiero?... Entonces yo lo pensaba, lo pensaba y cada vez tenía más dudas.

Se incorpora, alza el artículo con la foto de Gus y lo vuelve a colgar del gancho. Se sienta en la banqueta y sigue depilándose.

GLORIA: La cuestión es que –como habrás visto- yo maduré, crecí como ser humano, y creo que nos merecemos otra oportunidad. Así como lo escuchás, pensarás que estoy loca, dirás qué hago yo ahora revolviendo en un cajón de cosas olvidadas. Pero “qué es la vida del Hombre… (pausa, lucha por recordar la frase, deja de depilarse, lo recuerda) “qué es la vida del Hombre… sino una sucesión de borradores que en la versión siguiente tratamos de enmendar”, Jorge Bucay.

Escribe la frase. Busca la botella, vuelca lo que queda en el vaso, toma. Cambiando, le habla a la imagen del artículo en un estado embotado, como de aturdimiento.

GLORIA: ¿Qué fue de mi vida durante todo este tiempo? Es necesario que lo sepas, Muñeco, antes de pasar a lo importante. Dos puntos. Cuando me fui de Buenos Aires, estuve un año en Alta Gracia viviendo en casa de mi hermana Luci -vos la conocés, la viste una vez cuando viajó para un recital de Marco Antonio Solís en el Luna Park. Mi hermana en ese momento tenía la peluquería en la casa y mucho lugar libre y a mí se me había ocurrido armar un estudio para enseñar danza árabe. Fue un fracaso. Después hice un curso de cosmetología y depilación definitiva y me salió una posibilidad en Merlo, San Luis, que es la ciudad con mejor calidad ambiental del país y uno de los tres principales microclimas del mundo. Iba a asociarme con un amigo de Luci, que es estilista y abría un local nuevo. Tampoco funcionó. Después viajé a Bolivia y al Perú con un grupo de yoga. Después me vine a Rosario y acá finalmente me quedé. Tengo dos hijos: Matías de ocho y Gustavito de doce -Gustavito te imaginarás en homenaje a quién. Dos hombrecitos preciosos, muy desenvueltos, viste como son los chicos ahora. Cuando llegué acá y encontré alojamiento, decidí volver a mi vocación, la danza. Empecé a bailar en Cream Energy, un pub en la zona del puerto. Hacía lo que hoy es el baile del caño. Ojo, no bailaba en bolas, yo era el número central y solo hacía toples. Era re loco: estaba metida como en una gran pecera que me separaba de los hombres, ¡que se pegaban al vidrio de una forma!... Ahí fue que lo conocí a Ruben, el padre de los nenes. Ruben es ex boxeador, en ese momento era el encargado del local. No paraba de perseguirme y regalarme peluches, a mí me causaba una gracia enorme y al final le dije que sí. Nos juntamos, no te creas que me casé ni nada por el estilo. Ruben no es mala gente, tuvo una infancia difícil, por lo del boxeo y los golpes en la cabeza tiene que tomar una medicación fija y si la mezcla con alcohol se deprime y a veces se pone agresivo. En 2006 nos sortearon y nos vinimos a vivir al Barrio Ludueña, en 2008 me operaron de los ligamentos de la rodilla y se me complicó el tema de la danza. ¡Qué más? Ah, sí, me diplomé en peluquería y estética integral. Y eso es más o menos todo…

Tiempo. De golpe, como si una alarma interna le hubiese develado la verdadera naturaleza de lo que fue su vida, se incorpora y comienza a pasear una mirada aturdida por el entorno. Se mantiene muda, extraviada, las lágrimas comienzan a inundarle los ojos. Tiempo. Otra vez, de forma abrupta, corre hasta el retrato y lo da vuelta. Se seca los ojos, se mira en el espejo, busca recomponerse. Tararea.

GLORIA: : “Eres mía / mía, mía / no te hagas la loca que eso muy bien yo lo sabía”… Pero hablemos de cosas alegres, Muñecote (pone del derecho otra vez el retrato) Cuando el jueves agarro el diario y leo “el Dr. Gustavo Peralta Font, el magistrado más joven en la historia de la Corte, asume hoy” y veo tu foto, pegué semejante alarido. Rubén en ese momento estaba haciendo los ejercicios con las mancuernas en la cocina y dice “¡Avisá, loca, qué te pasa!” Y a mí me salió de adentro: le muestro la página y le digo “¡Aprendé, animal, este es un hombre!”  ¡Lo hubieras visto como se puso, jaja!  Se fue al patio y empezó a pegarle combinaciones de jabs y ganchos de derecha al palo borracho del fondo. Volvió a la cocina con las manos que daban pena (tiempo, cambiando se toca el ojo golpeado) ¡La Corte Suprema de Justicia, Gus, qué tal! Te digo que no me sorprende, vos siempre fuiste un tipo con metas (se emociona) Así es como se concretan los logros en la vida, tener un camino trazado y seguirlo a toda costa (va hasta la mesa baja y escribe en el block) Escribo esto y te juro que se me caen las lágrimas. ¡Vos te merecés eso y mucho, muchísimo más, Muñecote!

Suena el celular. Lo atiende, contrariada.

GLORIA: Hola, sí… Raíz de jengibre fresca, sí, vela blanca, sí. ¿Un pañuelo que use con frecuencia? ¡¿Y de dónde saco un pañuelo que use con frecuencia?! … No, Agatha, no desconfío. Lo que pasa que pedís cada cosa… ¿Quién dice eso?... Envidia, Agatha, envidia.... Porque es una envidiosa, no tiene paz. Ninguna de esas tiene paz, vos las conocés y sabés como es el barrio... Es que vos y yo siempre estuvimos en otro nivel. Es la verdad. Y no te lo perdonan… Decile qué antes de hablar mejor que me devuelva el collar y la calza verde que le presté para la inauguración de la salita... ¡Sí, seguro! ¡Que se anime, vas a ver cómo le arranco todos los pelos oxigenados esos que tiene! Pero nos distraemos en asuntos menores, Agatha. Escuchame, aprovecho para pedirte un favor: si llegas a ver a Gustavito intentando vender algo…  Sí, hoy… La plancha para el pelo Philips y lo denuncié en la Cuarta… Sí, lo denuncié (lloriquea) Me costó pero no daba para más. Es que  vos no sabés lo que es mi sufrimiento de madre, Agatha, a veces siento que no puedo sola… (cambiando)  ¿Te parece? Estoy mal, ¿no? ¿Lo notaste? Qué perceptiva que sos... Exacto, “desbordada”, esa es la palabra. Soy Escorpio, estoy dominada por Marte, Agathita, por eso siempre quiero adelantarme a los problemas, son muy analítica. Por suerte te tengo a vos, amiga (respira) Sí, respiro, me la paso respirando. ¡Me siento pésima! Corto con vos y lo llamo… ¡Y claro que lo amo, es mi hijo! Uno los trae al mundo para que sean felices. Yo por eso estoy haciendo todo esto, ¿o qué te creés? Si lo ves decile que venga, ¿dale? (cambiando) Aprovecho para otra cosa, necesito la foto de Gustavo… La foto que te di. Es que el artículo del diario se me perdió o lo debo haber usado para envolver y esa es la única foto que tengo (le hace señas de complicidad al retrato)… Dale, buscala, porfa, yo después paso… ¡Lo llamo, lo llamo! Y también tengo que terminar la carta… Yo siempre creo. Chau, amiga, chau, Agathita, chau.

Corta, llama a otro número, espera, mientras lo hace va hasta el espejo, se estudia, de perfil, se mira el culo.

GLORIA: ¡Atendé!¡Atendé, hijo!¡Soy una bestia, como voy a hacer algo así! (voz del chico) ¡Te callas! (más voces del chico, va hasta la puerta del cuarto) ¡Por favor, Mati!  Mamá está intentando ubicar a tu hermano para decirle que huya de la policía. ¡Dios, hoy estoy histérica! Vos y tu hermano me sacan de eje. Yo hago todo, los educo, les doy amor, los enfrento a la vida, ¿y ustedes cómo me pagan? (vuelve a marcar) Le dejo un mensaje. “Hola, hiji, soy mamá. ¿Estás bien?  Mirá que es tarde y va a empezar a refrescar. ¿Tenés abrigo? Si te vuelve la tos me vas a escuchar, ¿eh? Amor, ¿comiste? Si ya vendiste mi planchita para el pelo te perdono, pero comprate algo para merendar, ¿dale?, un superpancho, un buen choripán. No andes con el estomago vacío. ¡Te amo, hijo! Vení a casa, o llamame, por favor”

Termina la comunicación. Cambiando, para sí.

GLORIA: Tampoco es para tanto. Si los de la Cuarta lo agarran me hago monja. No tienen ni para la nafta. ¿En qué van a salir a buscarlo? ¿A caballo? Jajaja. ¡A caballo! ¡Como en ‘Bonanza’! ¡Arreee, arreeee! (simula cabalgata) Jajaja. ¡Qué loca! ¡Gloria, vos sí que te divertís fácil!

Se sienta para retomar la carta. Intenta servirse cerveza de la botella pero ya no queda más.

GLORIA (repasa a con la vista lo que lleva escrito): Bla, bla, bla, perfecto. Entonces, retomando, Muñecote, ¿dónde había dejado? Ah, sí, resulta que al día siguiente de ver la noticia en el diario ¿a quién me encuentro en la peatonal? A tu madre, ¿podés creer? Yo iba con Mati a la galería donde trabaja Agatha, que es una amiga que me está ayudando para que el nene empiece a hablar normal. A ‘pronunciar’, quiero decir, a ‘pronunciar’, porque no sé si te conté pero Mati tiene algunos problemas con la pronunciación. Pero me estoy yendo: cuando me la veo a tu madre mirando vidrieras, recordé que ustedes tienen parientes acá (se incorpora y teatraliza el encuentro)  Le digo “¡Mercedes!” Al principio me miraba, me miraba, me di cuenta que no me reconocía: de la época en que bailaba en Cream Energy tengo los contactos verdes; además (mirándose al espejo) –para serte sincera- estoy unos gramitos arriba. Le digo “Mercedes, soy yo, Gloria”  Elegante como siempre tu madre, estaba de punta en blanco. Cuando empezamos a hablar la noté como nerviosa, decía en todo momento que se tenía que tomar un taxi. Ahí fue que me contó que seguías soltero, y que seguís viviendo en el departamentito de calle Agüero (se conmueve) ¡Qué impacto! ¡Nuestro nidito de amor, muñe!... Y bueno, Matías no paraba de tirarle de la pollera y gritarle, parecía un teletubi empastillado, después se meó encima, tu madre se asusto y no pudimos seguirla. “¡Mercedes! ¡Mercedes, espere!” Se fue corriendo, pobre, se ve que estaba con el tiempo justo. ¡Tu madre es tan divina! ¿Sabés?, sos su vivo retrato, Gus, sacaste sus ojos, además sos igual de distinguido, sos así tan controlado, tan formal...

Vuelve a la mesita, escribe en el block unas palabras. De golpe cambia, se acerca a la imagen, retrocede, vuelve, lucha con lo que tiene para decir.

GLORIA: Gus, no sé si a vos te pasa lo mismo, pero yo no recuerdo mal nuestra vida… íntima, quiero decir. Era rara, no te lo voy a negar: con todo ese tema de que vos no querías que nos tocáramos y yo tenía que ponerme los tacos aguja para clavártelos en esa zona, mientras vos cantabas “La dona e mobile”. Era raro pero a mí no me molestaba. Lo que quiero decir, mi amor, es que aunque teníamos que hacer cosas no convencionales para que vos pudieras funcionar, yo la pasaba bien (se emociona con el recuerdo) Una vive, vive y después se da cuenta que lo importante está en las cosas simples (de golpe, cambiando) ¡Ustedes los hombres son incorregibles! ¡Pobre Ruben! Sabés que después de mostrarle lo del diario y curarle las manos, obviamente lo agarré y le hablé de lo nuestro y de mi decisión. Sabés que se armó un bolso y esa misma tarde se tomó el Urquiza para Buenos Aires y te está buscando. Jaja. Igual no te asustes, en el ambiente de allá no tiene contactos y además no sabe dónde vivís. Lo que me preocupa es que no tome la medicación, pobre, con lo del boxeo y los golpes en la cabeza, cuando se saltea los horarios de las pastillas se pierde y empieza a decir boludeces. ¡Ah, tengo tantos, tantos planes, Gus! Pienso retomar la danza, tal vez empiece a estudiar alguna carrera: ¿qué te parece Medicina? La estética integral y la medicina están emparentadas. O no, mejor Abogacía, me podés poner como tu secretaria en la Corte para practicar. Vas a ver que todo va a volver a ser como antes. ¡Quiero saber tantas cosas de vos! Jaja. Estoy ansiosa, como intranquila, transpiro todo el tiempo. Ayer pensaba: no será más prudente esperar a recibir carta tuya, pero me dije: no seas pavota, Gloria, si ya vas a tener todo el tiempo del mundo para ponerte al día personalmente. ¡Y ahora sí, Muñe: la noticia bomba!

Va hasta las otras botellas, en una hay un resto de cerveza, se lo toma. Va hasta el altarcito, enciende un incienso, pone la música en el celular y baila.

GLORIA: Creemos un poco de ambiente. Jaja. ¿Estás listo?  Ahí va: el domingo estoy llegando a Retiro con los chicos. ¿Qué tal? A que te desmayaste. Te caíste de espaldas. ¿No es una idea maravillosa? Sí, yo también estoy ilusionada. El martes te van a llegar los muebles, no son muchos, pero tengo un espejo y un juego de sillones de mimbre que compré de recién llegada a Rosario a los que les tengo cariño. Vamos a construir una hermosa familia, vas a ver, los nenes ya saben que vas a ser su nuevo papá del corazón. ¡Sí, mi amor, sí, muñe, una vida nueva, vos, yo y los nenes!

Se escucha ruido de alguien que entra corriendo, lo ve entrar, va hasta la puerta de la habitación.

GLORIA: ¡Gustavito, Gustavo Adolfo, qué hacés! (voz del chico) ¡Vos callate! (a Gustavito) ¡Me podés decir qué bicho te pico que entrás así! (más voces del chico) ¡No te metas debajo de la cama de tu hermano! ¡Salí de ahí abajo y hablá! ¡Soy tu madre!

Se escucha la sirena de un patrullero, se ve el reflejo de la luz roja intermitente. Barullo de voces. Del cuarto se dirige a platea y habla hacia la puerta de entrada.

GLORIA: ¿Qué pasa? ¿Qué es esto, una reunión de consorcio? ¡Teniente!... Cabo, bueno, ¿qué hace toda esta chusma en la puerta de mi domicilio?… ¡Pero vos callate, ignorante! ¡Lavate la boca antes de hablar de mi hijo! … Sargento, ¿por qué en vez de armar semejante conventillo no sale a buscar a mi hijo?…  ¡Y usted que sabe! Lo están buscando porque está perdido. ¡Sí, perdido, señora!... ¡Eso es resentimiento, es pura envidia, a vos te tengo bien junada, Nélida! Porque aparte de ser un chico hermoso, Gustavito es un emprendedor, tiene su propio negocio… ¿Quién va a incendiar? ¡Animate, dale, vas a ver cómo te arranco todos los pelos, villera, vende paco! (cambiando) ¿Y vos, Agathita? ¿Vos también? ¡No lo puedo creer! Sos acuario, nosotras teníamos una conexión. ¡Qué bajo que caíste! ¡Me rompiste el corazón!... ¡Alcohólica será tu madre, chimpancé operado! Y usted, capitán, ¿va a hablar o no va a hablar? ¿Buscó a mi hijo? ¡Qué va a buscar! Ustedes si no es a cometa no funcionan (adelantándose)  ¡Noooo! ¿Qué hacés? ¡Ni se te ocurra poner ese sucio pie en mi casa porque te clavo un cuchillo! ¡Fuera! ¡Rajen de acá! Se acabó el circo. Solo voy a decir una cosa más (va hasta la pila de revistas, levanta una y la abre en una marca, lee) “Qué es la vida del Hombre… qué es la vida del Hombre sino una sucesión de borradores que en la versión siguiente tratamos de enmendar” No entendiste nada, ¿eh, Nélida?, yo te lo traduzco: ¡Andate a la puta que te parió!

Va hacia la habitación, entra.

OFF GLORIA: ¡Final! ¡Se acabó! ¡Harta! ¡Re podrida, estoy! ¡Y vos, pedazo de pelotudo, salí de abajo de la cama y ayudame a vestir a tu hermano que nos vamos!

Gradualmente se apagan las voces, las luces del patrullero. Vuelve a escena con dos valijas destartaladas, las abre y comienza a tirar adentro, sin orden, las revistas, los envases, los cacharros de cocina, las velas y las piedras del altarcito.

GLORIA: ¡Nos vamos! ¡Se a-ca-bó! (a la imagen de Gus) Cambio de planes, muñe, se adelanta el viaje. Perdón por la escena, pero me tendría que haber ido de acá hace tiempo, ¿sabés? Tratar con semejante gente te intoxica, te entra en la sangre hasta que el aura te queda totalmente opaca. Pero borrón y cuenta nueva. Ya fue. Entró en el pasado, mi amor. Vos y yo vamos a iniciar una nueva etapa, un tiempo dichoso, equilibrado. Como pasa en el reino animal. Vos te fijaste qué sabiduría (señala la valija) Yo acá tengo un artículo que habla de los reptiles cuando cambian de piel. Es alucinante. Unas simples lagartijitas, que caminan, caminan y de golpe se paran, se sacuden y abandonan la piel antigua como si fuera una funda de colchón, o una bolsa de dormir. Y debajo ya asoma la piel nueva, delicada, reluciente. ¡Se te saltan las lágrimas de la emoción! Esa es su forma de crecer, ¿entendés? Vos y yo ahora nos estamos sacando esa piel antigua, muñe, para renacer en nuestro amor… Sacarse la piel antigua: eso está bien.

Va hasta la mesita, anota en la carta y después pone el blog dentro de una de las valijas.

GLORIA: Qué loco, la carta no va a ir por correo sino que te la voy a leer yo en persona. Jajaja. ¡Estoy tan feliz, tan feliz! (cambiando, al hijo) ¡Hijo, terminá de vestir a tu hermano, y después correte hasta lo del gordo Javier y preguntale si nos puede llevar hasta la terminal! (nuevamente a la imagen, mientras cierra las valijas) Yo lo sabía. No lo veía claro, pero yo lo sabía, Gus. Todos estos años, todo este tiempo enredado, lleno de problemas, eran la preparación, la prueba que debía pasar para volver a encontrarte, para recuperar lo que teníamos (va hasta el espejo, se mira) Y acá estoy, ¿cómo me ves? Soy tu Gloria, estoy entera, pasé la prueba, ¿no, mi amor? (alza las valijas y comienza a salir) Y ahora esperame. Estoy llegando, muñe. Esperame que allá voy.

Sale. Bajan gradualmente las luces, se mantiene una luz cenital iluminando el artículo con la imagen de Gustavo.


APAGÓN.