TERAPEUTA: Diga de una vez, ¿cuál es esa fantasía?
PACIENTE: N-no puedo
TERAPEUTA: ¿Cómo que no puede?
PACIENTE: No puedo.
TERAPEUTA: ¡Vamos, Cárdenas!
PACIENTE: ¿No hay nadie escuchando?
TERAPEUTA: Pero quién va a haber, hombre, esta es su
sesión de terapia.
PACIENTE: S-siento que me golpean.
TERAPEUTA: ¿Lo golpean?
PACIENTE: Sí, e-estoy en mi casa, tocan el timbre, abro
la puerta, entra un montón de gente desconocida y se turnan para golpearme, en
el cuello y en las articulaciones. Después entra un Juez, dice “sentenciado”,
ordena que me desnude y todos aplauden.
TERAPEUTA (toma nota): “Golpe / desnudez / aplauso” ¡Ajá!
PACIENTE: ¿E-eso es grave?
TERAPIA: No, no, en principio no tiene por qué ser grave.
PACIENTE: A-anoche volví a tener ese sueño.
TERAPEUTA: ¿Qué sueño?
PACIENTE: Soy un medallón de merluza. E-estoy en la
góndola de los frescos y los congelados y los yoghurst de golpe empiezan a
decir: “¡Se acerca nuestra fecha de vencimiento! ¡Se acerca nuestra fecha de
vencimiento!” ¡Uuuuuuh! (llora)
TERAPEUTA: ¡Serenesé!
PACIENTE: N-no sabe el clima que se creaba en esa
góndola, Licenciada. ¡Íbamos a morir!
TERAPEUTA: Dije que se serene.
PACIENTE: Es que me siento tan poca cosa, cuando mi madre
no esta en casa a veces me meto en una bolsa negra de consorcio, bajo a la
calle y me tiro yo mismo en el container de la basura.
TERAPEUTA: ¿Que medicación está tomando?
PACIENTE: Hago gárgaras con agua y sal.
TERAPEUTA (toma nota): “Agua y sal” ¡Ajá!... Suspenda,
Cárdenas, eso es una estupidez, no le
puede hacer ningún efecto. A ver si me comprende: a lo que hay que abocarse acá
es a crear en su psiquis una ilusión, construir una esperanza. ¿Me explico?
Dígame: ¿en éste momento cuál es su anhelo, que desearía con más fuerza?
PACIENTE: ¿Qué desearía con m-más fuerza? (piensa) Una
fugazzeta rellena, me comería una fugazzeta rellena con mucha cebolla, jamón y
queso.
TERAPEUTA: Cuando sale se va a una pizzería. Me estoy
refiriendo a otra cosa, haga trabajar esas neuronas. ¡No puede ser que sea tan
imbécil!
PACIENTE: U-una familia...
TERAPEUTA: Ahí está, bien, ve cómo, si se lo propone,
sale: una familia, excelente.
PACIENTE: Como la suya...
TERAPEUTA (nerviosa): Bueno, ejem... por qué cómo la
mía, Cárdenas, por favor, yo no soy el
tema de esta charla.
PACIENTE: Es que usted tiene una hermosa familia: e-el
otro día lo vi a su marido, Licenciada...
TERAPEUTA (nerviosa): ¿A mi marido, dónde vio a mi
marido?
PACIENTE: En el videoclub de la esquina. E-es tan
varonil. ¿Cómo hace?
TERAPEUTA: Ejem... Cárdenas, por favor, le repito...
PACIENTE: Me gustaría tanto, no sé, poder escupir de
costado como lo hace su marido, llevar esa camiseta m-musculosa... ¡Uuuuuuuh! (llora)
TERAPEUTA: Otra vez no, por favor.
MARIDO (irrumpiendo en pantalón pijama y musculosa):
¡Susana!
PACIENTE: S-su marido, licenciada.
TERAPEUTA: ¿Qué hacés acá?
MARIDO: La mayonesa.
TERAPEUTA: ¿Qué?
MARIDO: La mayonesa, que dónde está el frasco de la
mayonesa.
TERAPEUTA: ¿¡Pero no ves que estoy con un paciente!?
MARIDO: Y yo hace una hora que estoy buscando la
mayonesa. ¿Cuál es? Busqué en la
heladera, busqué en la alacena, en el placard del dormitorio, hasta en la caja
de herramientas busqué.
TERAPEUTA: Andá y preguntale a la sirvienta.
MARIDO: Se fue.
TERAPEUTA: ¿Se fue, que Rosa se fue?
MARIDO: Sí, qué sé yo, se fue.
TERAPEUTA: Mirá, Héctor, no me vas a hacer perder el
equilibrio, estoy con un paciente. No me provoques, si Rosa se fue los dos
sabemos bien por qué… ¡SE HARTÓ DE QUE
LA PERSIGUIERAS! ¡ASQUEROSO! (el PACIENTE da un respingo)
MARIDO: ¿Quién? ¿Yo?
TERAPEUTA: ¡SÍ, VOS! (controlándose) Mirá, ahora te vas,
okey.
PACIENTE: Doctora, si quiere y-yo puedo venir en otro…
TERAPEUTA: ¡USTED SE CALLA, CÁRDENAS!... Héctor, no
pienso discutir, te pido por favor (le señala la puerta)
MARIDO (desentendiéndose, al PACIENTE): Vos sabés que te
miro y te miro… Me digo, a este lo conozco de algún lado (agarra las
anotaciones de la TERAPEUTA y lee) Epa, sí que estás complicado, chabón. ¿Cárdenas es tu apellido?
TERAPEUTA (le quita las anotaciones): ¡Dame eso!
PACIENTE (deslumbrado): C-cárdenas Bartolomeu
MARIDO: Cárdenas Bartolomeu, claro.
PACIENTE: N-nos vimos en el videoclub.
MARIDO: En el videoclub, sí señor. (confianzudo, se
sienta junto al PACIENTE y le pasa un brazo por los hombros) Cárdenas
Bartolomeu... Sabés, Cárdenas Bartolomeu, yo soy un hombre de múltiples ocupaciones,
soy relacionista público, estoy en la Bolsa, viajo mucho, ¿me comprendés?, pero
en la temporada que paro en esta casa, a las seis en punto me levanto de la
siesta, voy al baño, después paso por la cocina, cazo un pan francés y me preparo mi sánguche de salame picado
fino, queso, tomate, palmitos y
mayonesa.
TERAPEUTA: ¡Héctor, por favor! (le señala la puerta)
MARIDO: Como toda persona normal necesito mi sanguche, es
un hábito. ¡Y ESTA… (levanta la voz, el PACIENTE vuelve a sobresaltarse)
pretende que yo pase un día entero sin ese alimento vital para mi delicado
estómago! ¿Te parece bien, es justo?
PACIENTE: B-bueno...
TERAPEUTA (amenazante): ¡No tiene que contestar,
Cárdenas!... Escuchame, enfermo, si la sirvienta se fue, entonces andá y preguntale
a Carolina.
MARIDO: ¿A tu hija? ¡Olvidalo!
TERAPEUTA: ¿Qué pasa? ¿Qué pasó con Carolina? ¿Qué le
hiciste? Te conozco, ¿volvieron a pelear?
MARIDO (al PACIENTE): ¿Cómo podés aguantar a alguien así,
Cárdenas? Mirala, ansiosa, llena de inseguridades. ¡Es desesperante!
TERAPEUTA (feroz): ¡CONTESTAME!
MARIDO: Te contesto: NO SE. Desde anoche que está
encerrada en su habitación, escuché ruidos raros, creo que trajo a alguien a
dormir.
PACIENTE (tras un silencio incómodo, incorporándose):
B-bueno, Licenciada, si salgo ahora por ahí puedo llegar a la pizzería...
TERAPEUTA (empujándolo en el asiento): ¡USTED SE QUEDA!
(La TERAPEUTA suspira, derrotada, se sienta en el sofá,
el PACIENTE, queda entre ambos. Pausita. De golpe le tira un puñetazo al MARIDO
por sobre el PACIENTE)
MARIDO: ¡No pegués!
TERAPEUTA: Decime, ¿qué querés de mí, Héctor? ¿Qué estás
haciendo? Vos sabés que no podés estar en esta casa.
MARIDO: Soy tu marido.
TERAPEUTA: ¡Eras! Por orden judicial no podés estar a
menos de quinientos metros a la redonda.
PACIENTE: Tal vez, en lugar de una fu-fugazzeta rellena
con jamón y queso, sería mejor una pizza primavera con tomate cortado en
rodajas gruesas…
TERAPEUTA: Intento rehacer mi vida, retomar mi profesión
y vos venís con toda esta carga de burla, de cinismo. ¿Por qué sos tan egoísta?
(La TERAPEUTA vuelve a golpear al MARIDO por sobre el
PACIENTE, el MARIDO le da un tirón de pelos)
TERAPEUTA: ¡Ay!
MARIDO: ¡Te dije que no pegués!... Todavía estamos
unidos.
TERAPEUTA: ¡Delirás!
PACIENTE: Pero sin ajo, claro, porque mamá siempre dice
que el ajo licua la sangre.
MARIDO: Yo te amo.
TERAPEUTA: ¡Y YO TE VOY A HACER METER PRESO! ¡ASQUEROSO!
¡TE LO ADVERTÍ MÁS DE UNA VEZ! (entra la HIJA, vestida de cuero y tachas, pelo
parado, la cara pintada al estilo “punk”) ¡Hija! ¡Carolina!
(Como hipnotizada por el PACIENTE, la hija avanza hacia
él. Éste se asusta, se incorpora y huye a un rincón, se pone en cuatro patas)
PACIENTE: Gauuuu, guauuu, guauuuu.
MARIDO: ¿Qué pasa, titán?
TERAPEUTA: ¡Por favor, déjenlo en paz! Lo ponen nervioso
y vuelve a sus episodios piscóticos. ¡Así no se puede trabajar! Lo habíamos
establecido: de esa puerta para allá soy Susana, para acá soy la Licenciada
Susana Comelles Ruiz.
MARIDO (burlón): ¡Ay, la Licenciada Susana Comelles Ruiz!
(le acaricia la espalda al PACIENTE) Bueno, bueno, Boby, tranquilo. ¡Sit! ¡Sit!
¡La patita, la patita! (el PACIENTE obedece) ¡Muy bien, buen chico!
TERAPEUTA (abstraída en la hija): Carolina, a ver,
nosotras habíamos convenido algo… (intenta abrazarla y esta la rechaza, la toma
de un brazo y se la lleva lejos del PACIENTE) Vení. ¿Por qué estás tan
agresiva? Nosotras siempre fuimos compinches, si estás algo desorientada
dialoguemos (al MARIDO) ¿Qué le pasa?
MARIDO: No sé. Escribió con aerosol toda la pared del
living, puso que no quiere hablar hasta que un tal Marilyn Manson sea nombrado
Papa.
(Pausa, el PACIENTE se recupera y, desorientado, vuelve
al sofá, el MARIDO se sienta otra vez junto a él, la TERAPEUTA toma el
teléfono)
TERAPEUTA: ¡Hola, Juzgado, con la oficina del Dr.
Lynch!...Gracias, espero...
MARIDO: Hoy evidentemente no es mi día, Cárdenas, al
final creo que me voy a quedar sin el sánguche. Tengo 50 años, ¿sabés?, y
siento que atravesé la mitad de la vida y todo lo que he sembrado se me escurre
entre las manos.
TERAPEUTA: ¿Dr. Lynch?... Mi marido... Sí, mi marido...
Necesito que envíen un patrullero... ¡Sí, otra vez!...
(la HIJA se sienta a los pies del PACIENTE le toma una
mano y le lame los dedos)
MARIDO: La financiera, la mesa de dinero… ¡Cuántos
sueños, cuánto esfuerzo!…
PACIENTE (angustiado): ¿Qué me hace en la mano? ¿N-no me
la querrá comer?
MARIDO: ¿Eh? No, despreocúpate, es solo una adolescente
en plena crisis. Observala. Me pregunto cómo pude haber traído algo así al
mundo. Uno debería engendrar únicamente hijos varones.
TERAPEUTA (al teléfono): ¿Cómo que no hay disponibilidad?
¡Están obligados! Se lo tienen que llevar... ¡PRESO, IDIOTA, SE LO TIENEN QUE
LLEVAR PRESO!
MARIDO: No sé, a veces siento como un nudo en el
estómago. Pienso, me interrogo (de golpe agarra al PACIENTE de las solapas)
Decime, ¿por qué estamos acá? ¿Existe la felicidad? ¿Cuál es el sentido de la
vida?
TERAPEUTA: ¡No tiene que responder, Cárdenas! (separando
al MARIDO del PACIENTE): ¡Dejalo en paz, haceme el favor!
(El PACIENTE, aterrado, tiene otro brote y empieza a
cabalgar en círculos en torno al sofá)
TERAPEUTA: ¡MIRÁ LO QUE HICISTE!... Héctor, si no querés
terminar preso, andate, ya te denuncié.
MARIDO: No me soprende, vos no cambiás más.
TERAPEUTA: ¡Vos sos el que no cambia más!
MARIDO: Sabés qué, actuás así por despecho. Y eso
significa una sola cosa.
TERAPEUTA: ¿Ah, sí? A ver, ¿qué significa?
MARIDO: Qué estás loca por mí. Pero es inútil, vos nunca
lo vas a entender. ¡Vamos, Cárdenas!
(De improviso, el MARIDO se monta a la espalda del
PACIENTE, la TERAPEUTA los persigue)
MARIDO: ¡Aioooo, Silver! ¡Ta-ra-ran ta-ra-ran tan tan /
ta-ra-ran tan tan! Así es el mundo, chabón. Como te decía, yo tenía mi
cueva en Puerto Madero, mi cartera de clientes, lo más alto de lo más alto. El
dinero fluía a mares... ¡Guarda la mesa!
TERAPEUTA: ¡No lo escuche, Cárdenas! ¿Por qué mejor no
hablás de lo que le hiciste a mis pacientes?
MARIDO: Los ayudé a invertir
TERAPEUTA: ¡Los robaste!
MARIDO: El mercado es fluctuante, en esto no siempre se
gana.
TERAPEUTA: ¡ERAN PACIENTES DE RIESGO, INMUNDO, PACIENTES
SUICIDAS!
(En una de las vueltas, el MARIDO manotea la cartera de
la TERAPEUTA y le saca la
billetera)
TERAPEUTA: ¡Dame esa billetera, Héctor!
MARIDO: Es un pequeño préstamo. Ahora hay que darse a la
fuga, saltaremos ese acantilado, Cárdenas. ¡Arre!
(La TERAPEUTA consigue desestabilizar al MARIDO, que cae
al piso, lo agarra del pelo e intenta sacarle la billetera. La HIJA, a su vez,
agarra de un pie a la TERAPEUTA y le muerde la pantorrilla. Quedan trenzados
los tres en el piso)
MARIDO: ¡Soltame!
TERAPEUTA: ¡Aaaay! ¡Carolina, por favor!
MARIDO: Si me largás los pelos ella te suelta.
TERAPEUTA: ¡Ni lo sueñes!... Nena, me estás haciendo
daño.
MARIDO: ¿Me vas a soltar?
TERAPEUTA: ¡Basta!
(El PACIENTE vuelve de su delirio y se queda parado
observando a los que yacen en el piso)
PACIENTE: B-bueno, uy, se hizo la hora, ¿no? (mira su
reloj) Este reloj l-la verdad es que no funciona bien, es un recuerdo de mi
padre. Mamá dice que igual tengo que seguir usándolo porque los relojes
digitales provocan cáncer. Licenciada, ¿entonces nos vemos el martes? (va hacia
la puerta)
TERAPEUTA: ¡LE PROHÍBO QUE SE VAYA, CÁRDENAS!
MARIDO: ¿Me vas a soltar?
TERAPEUTA: ¡Carolina, me estás clavando los dientes!
(El PACIENTE duda, a continuación, intentando que no se
le arrugue la ropa, se recuesta en el piso y reptando lentamente se une al
grupo agarrándose de un pie de la hija)
TERAPEUTA: ¡Cárdenas!
MARIDO: ¿Qué pasa, Susana?
TERAPEUTA: ¡Le ordeno que se separe, Cárdenas, esta es
una disputa familiar!
MARIDO: No veo. ¿Qué está haciendo? ¿Te está tocando?
TERAPEUTA: A la nena, Héctor, está tocando a la nena...
¡Retírese, le digo!
MARIDO: ¡TE ESTÁS PROPASANDO, CHABÓN, DEJÁ A MI HIJA O TE
BAJO TODOS LOS DIENTES!
PACIENTE: N-no puedo.
TERAPEUTA: Sí puede, Cárdenas.
PACIENTE: N-no puedo.
TERAPEUTA: Respire hondo, le repito que sí puede.
PACIENTE: U-una familia, ustedes son u-una familia.
TERAPEUTA: Pero no su familia.
PACIENTE: M-mi familia
TERAPEUTA: No su familia, usted es mi paciente.
MARIDO: Y ESTÁS TOTALMENTE COLIFATO. ¡DEJÁ A LA NENA O TE
REVIENTO!
TERAPEUTA: ¡Vos cállate, Héctor!
PACIENTE: Mamá.
TERAPEUTA: No, mamá no, Cárdenas, soy la Licenciada
Susana Comelles Ruiz y usted está haciendo una regresión. A ver, suelte a la
nena y respire hondo. Usted debe reconciliarse con la imagen de su padre, debe
reconstruir su propia idea de familia. ¿Me escucha?
PACIENTE: ¿Papá?
TERAPEUTA: Sí, Cárdenas, su padre. Deje fluir su memoria
emotiva, ¿Qué imágenes guarda de él? ¿Su padre le traía golosinas a casa?
PACIENTE: Chicles Yun – yun.
MARIDO: ¡Chicles Yun-yun, muy bien!
(De improviso, la HIJA suelta la pierna de la TERAPEUTA,
se le monta encima al PACIENTE y lo besa con furia en la boca. El PACIENTE
siente pánico, quiere escaparse y no lo consigue)
PACIENTE: Hmmmmmmm.
TERAPEUTA: Por favor, enfóquese en lo que le estoy diciendo,
Cárdenas.
PACIENTE: Hmmmmmm.
MARIDO: ¿Qué pasa, Susana, por qué hace ese ruido con la
boca?
TERAPEUTA: No sé, no responde al estímulo terapéutico y
está por violar a la nena, vas a tener que intervenir.
MARIDO: Entonces soltame el pelo.
TERAPEUTA: ¿Vos me devolvés la billetera?
MARIDO: Si me decís dónde está la mayonesa, te la
devuelvo.
TERAPEUTA: Okey.
(El MARIDO se incorpora, corre a la HIJA de arriba del
PACIENTE y lo inmoviliza con una toma al cuello)
MARIDO: ¡Tranquilo, titán, no te retobes!
TERAPEUTA (va hasta el teléfono y llama): Hola, Clínica…
La Licenciada Ruiz, por favor mándeme un móvil con dos enfermeros (pausita,
suspira, al PACIENTE) Ay, Cárdenas, Cárdenas,
acaba de violar el acuerdo terapeuta/paciente, no sería una buena
profesional si no lo reporto.
PACIENTE: ¿Sí?
TERAPEUTA: Si, no me dejó otra salida. Su referencialidad
sufrió lo que técnicamente se entiende como “lapsus de recognocibilidad
invertida”. Un pequeño desajuste, no debe alarmarse. A propósito, ¿usted me
pagó las últimas tres sesiones?
PACIENTE: N-no recuerdo, Licenciada.
(El MARIDO lo mantiene inmovilizado, la HIJA lo palpa, le
saca la billetera y se la da a la TERAPEUTA, que le extrae los billetes que
contiene)
TERAPEUTA: A pesar de todo la verdad que estoy contenta:
ha tenido una gran progreso.
PACIENTE: ¿L-le parece?
TERAPEUTA: Sí, sí, tal vez tenga que volver a un par de
sesiones más, pero casi podemos considerar que tiene el alta.
PACIENTE: ¿Y si regreso, podemos v-volver a agarrarnos
todos en el piso?
TERAPEUTA: No, temo que eso va a ser imposible (al
MARIDO) Bueno, llevalo al hall que pasan a retirarlo, Héctor.
(El MARIDO y el PACIENTE salen. La HIJA está totalmente
transformada, sonríe, se abraza a la TERAPEUTA)
TERAPEUTA: ¿Estás mejor, nena?
HIJA: Sí, má.
TERAPEUTA: Vi un vestido alucinante en la galería de
abajo, ¿me acompañás a probármelo?
HIJA: Bueno, dale.
APAGON