No es mal chico.
No sé si es mal o buen chico, lo que sé es que la
reventada esa le llena la cabeza.
¡No seas mala, Marucha!
¡Es un calzonudo! ¿No puede tomar una decisión por
sí mismo? ¿Vos qué vas a tomar?
Café
A mí pedime un té solo. Decime, ¿qué tiene que
venir a opinar esta mina si no es de la familia? La casa se vende y punto.
Vos porque no estás pasando por necesidades, en
cambio ellos…
¿Ellos qué? ¿A ver? ¿Quién lo manda al pavote ese
a tener cinco críos?
¡Son mis sobrinos, che!
También son mis sobrinos, pero después del tercero
se hubiera hecho un nudo en el pito.
¡Las cosas que decís!
Si siempre fue un cabeza hueca. Las veces que me
pidió plata.
Pero te la devolvió.
Sí, a los premios me la devolvió. Anahí, mirá, no
es tan complicado: tasamos la casa, le ponemos el cartel de “vende”, cuando se
concreta la operación se divide todo por tres, los muebles se regalan y listo.
Pero no, claro, para el pobre Marquitos “sería deprimente” si la casa no queda
en la familia y “si no tenemos inconvenientes” él se puede meter a vivir hasta
que…
Disculpe, pero si en lugar de “meter a vivir” dice
“ir a vivir”, o “instalarse a vivir”, ¿no le suena mejor?
¿Y este?
¡Ay, no sé, tengo miedo, Marucha!
Dejá, no le hables, no lo mires que se va solo.
Volviendo, entonces, si vos lo apañás, si te ponés de parte de él, una vez que
estén adentro, ¿sabés cuándo los sacamos?
Marquitos quiere cambiar el auto, necesita la
plata, me lo dijo ayer…
Te dejás empaquetar, tenés la misma ingenuidad que
la pobre mamá. En un momento necesita imperiosamente la plata, en el otro tiene
que cambiar el auto. ¿No te das cuenta como te maneja?
¡Ay, Marucha, hablá tranquila, que no te agarren
los nervios porque me ponés nerviosa a mí!
No me agarran los nervios. Mirá, lo tengo a Néstor
con el tratamiento para la psoriasis, Jorgelina que no da pié con bola con
ningún trabajo, el lavadero de casa que se me inunda, son muchos problemas como
para seguir ocupándome de esto. ¡Quiero que-se-ter-mi-ne! Y no voy a soportar
que éste mocoso nos quiera tomar de pelotudas.
De nuevo disculpe, ¿no?, pero “pelotudas”, ¿le
parece que da con el tono? Si en cambio usted dijera…
¡¿A VER SEÑOR, SE PUEDE SABER QUIÉN ES USTED Y QUÉ
QUIERE?! Por si no lo notó estamos en
medio de una conversación privada.
Tiene toda la razón, perdone, me aparezco así y
opino sobre lo que están diciendo, qué van a pensar, ¿no? Mi nombre es Felix,
yo soy el encargado de la librería.
¿Librería?
Librería, sí. Esta librería.
¿Vos entendés qué dice este coso, Anahí?
Ni jota.
¿Y nosotras qué venimos a tener que ver con su librería?
Bastante. Ustedes son dos personajes de “la
novedad de la semana”.
¿“Novedad de la semana”?
¡Mire, señor, como verá somos dos señoras mayores,
estamos con un tema familiar delicado, “novedad de la semana” será su abuela,
así que haga el favor de retirarse!
¡Ay Marucha, por qué sos siempre tan cortante!
Mirá como se va el pobre.
¡Y vos sos una marmota! ¿No te das cuenta que es
un acosador? Esta ciudad está cada día más llena de pervertidos, hay que estar
en guardia.
¿Te parece?
Anahí, no te distraigas y volvamos a lo que
estábamos hablando. ¿Estás de acuerdo o no estás de acuerdo?
¿Con qué?
¿Cómo con qué? ¿Para qué nos citamos? ¿Para qué
estoy tragándome este té?
Disculpen, estoy buscando “Los rododendros y las
azaleas”, es un libro de jardinería…
¡PERO ESTO ES UN COTOLENGO!
No se altere, señora, creo que está editado por Random House, la autora se llama Daniela
Beretta, ¿me podrían informar?
¿Y por qué le tendríamos que informar?
Como el dependiente está en el fondo, justo pasé por
acá, las vi adentro del libro hablando y…
¡Ay, Marucha, esto es muy raro!
¡Tranquilizate!
Es que no puedo, me viene de golpe la angustia y
me pongo a sudar. ¿Vos entendés lo que dice este señor?
No tengo la menor idea.
Ahora que me fijo el café está lleno de
estanterías, de mesas con libros.
Yo sin los lentes no veo una vaca en un
pasillo.
Te juro que no estoy loca: recién era sólo un
café, ahora parece que también es una librería. ¿Qué está pasando?
Te dije que no lo sé. Vos que ves ubicame al
cretino ese, haceme el favor.
¿A quién busca?
Usted concéntrese en su libro de jardinería y no
se meta. ¡Librero! ¡LIBREROOOOO!
¡Esto me asusta!
Bueno, aflojá con el drama, Anahí. ¡LIBREROOOOO!
¡SE PUEDEN CALLAR, COTORRAS!
¿QUIÉN HABLÓ? ¿QUIÉN DIJO ESO? ¿QUIÉN TUVO EL TUPÉ
DE LLAMARME COTORRA?
¡Shht, bajá la voz!
¡QUÉ BAJÁ LA VOZ NI BAJÁ LA VOZ! ¡MÁS COTORRA SERÁ
SU MADRE! ¿QUIÉN HABLÓ?
Marucha, por favor, si ahora estamos en una
librería hay que hablar bajito. Creo que la voz salió de ese volumen.
American psycho, de Bret Easton Ellis, un clásico de la literatura sangrienta.
Seguramente el que protestó es el protagonista, Patrick
Bateman, un loquito de cuidado, les aconsejo no contradecirlo. ¡Je, je!
¡Qué gracioso! ¡Por fin apareció! Mire, señor, acá
está sucediendo algo un poco turbio: mi hermana Marucha y yo nos citamos en un
café para tratar un tema familiar, yo me olvidé los lentes, pero ella
manifiesta -y confío plenamente en lo que dice- que si bien seguimos estando en
el café, ahora resulta que también estamos en una librería, que supongo debe
ser de la que habla usted. Le quiero aclarar que yo no acostumbro a tomar
alcohol, ni mi hermana tampoco.
Es normal.
¿Qué cosa es normal?
Que estén en ese café que dice y al mismo tiempo
que estén en esta librería, y que no comprendan qué está sucediendo.
A ver si se explica.
¿El nombre Pablo Albarello les dice algo?
No.
¿Y “Un tema delicado”?
Menos.
Son el autor y el título del libro del que ambas
son personajes, el volumen llegó hace una hora, integra una colección de
narradores actuales y yo lo coloqué en esta mesa en la sección “novedades de la
semana”.
¿Personajes? ¿Qué somos personajes?
¡No diga sandeces, hágame el favor!
¡Pará, pará Marucha! ¿Quiere decir que lo que
estábamos hablando recién está publicado en un libro?
Efectivamente.
¿Escuchaste hermana? ¡Pero eso es tremendo! ¡¿Qué
va a decir Marquitos, qué va decir la mujer cuando se enteren de todo lo que
dijimos de ellos?¡Ay, Dios mío!...
¡Pará, Anahí, por favor!
¡Es terrible, Dios mío! Claro que pensándolo bien
nuestro hermano no es de leer mucho. Pero ¿y la mujer? la mujer es docente,
está haciendo un curso de literatura, pedagogía del cuento o algo por el estilo
en la Alianza Francesa.
¡Dios mío! En una de esas se lo dan para leer, o una compañera compra el libro
y después se lo comenta. ¡Qué desgracia, estoy temblando!
¡PARÁ, ANAHÍ, PARÁ, POR FAVOR! Señor, aclare qué
es todo este disparate.
En principio procuren tranquilizarse, yo hace
cinco años que trabajo en la librería y ya ha sucedido otras veces. Pueden
llegar a sufrir un leve mareo, sentirse algo confundidas por un par de horas,
pero después se acostumbran.
¡Ya siento el mareo, Marucha, tiene razón!
¡ANAHÍ, PODÉS PARAR UN CACHITO! ¿Y a qué tenemos
que acostumbrarnos?
A aceptar que son personajes. Si su hermana que ve
bien se molesta, observará que en esa mesa está Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño, Cosmópolis, de Don De Lillo, el Tomo
II de los cuentos completos de Ernest Hemingway. ¿Usted escuchó a alguien
haciendo escándalo? Claro que no. Cada personaje se mantiene tranquilamente en
su volumen viviendo su historia; y eso
que estamos hablando de autores de renombre. En otro orden, quiero disculparme
por las interrupciones de hace un rato. Defecto de librero, de aburrido me la
paso corrigiendo y juzgando la escritura ajena. Pero para serle sincero hay
algunos autores nuevos que escriben tan mal que uno no se explica cómo llegan a
publicar.
Señor, ¿y mi libro de jardinería?
Ah, sí, discúlpeme. Venga por acá, por favor. Ya
estoy con ustedes, señoras.
Vaya, atienda, atienda.
Marucha, ¿cómo estás tan serena? ¿Te das cuenta
que lo que está pasando es terrible? Vos no sos mi hermana Marucha, yo no soy
Anahí, no somos gente, apenas si somos dos ficciones imaginadas y escritas por
alguien en un papel.
¡Callate, pasmada, a vos cualquiera te vende un
buzón! Este no es un abusador ni un chiflado: es un delincuente. Escuchame
atentamente: hay que seguirle la corriente, decirle a todo que sí y en cuanto
podamos hay que escapar.
¿Escapar? ¿Y por qué escapar? Vos querés decir
que…
Sí, Anahí, estamos secuestradas.
¡Ay, Dios mío! Pero esto va de mal en peor. ¿Estás
segura?
Por algún medio se enteró de que estamos vendiendo
la casa de papá, evidentemente se quiere alzar con la plata.
¡Estoy temblando como una hoja de nuevo! ¿Qué
vamos a hacer? ¡Dios mío! ¿Y si gritamos?
Por una vez en la vida dijiste algo sensato.
¡POLICIIIAAAA! ¡POLICIIIAAAAA!
¡POLICIIIAAAA! ¡SOCORRROOOO!
¡Por favor! ¡Por favor! ¿Qué hacen? ¡Me van a
espantar la clientela!
¡POLICIIIAAAA!
¿Qué está pasando acá? ¿Qué son esos gritos?
Ah, hola, cómo le va, agente. No, no es nada, no
se preocupe, las señoras son dos personajes en período de adaptación.
¡Miente descaradamente, no le crea! Este señor es
un delincuente que nos ha secuestrado. Evidentemente integra una banda con una
importante logística, ya que se enteraron de que mi hermana y yo vamos a cobrar
una fuerte suma de dinero resultado de la venta de una propiedad familiar.
¡Eso es absurdo!
¡Vamos, querido, que a los de su calaña los tengo
bien vistos, salen todos los días en El
Noticiero de Santo!
¡Eso es un disparate! Este libro acaba de entrar,
sólo escuché accidentalmente un par de parlamentos de las señoras, ignoro de
qué trata. Además, son dos personajes, agente, ¿cómo se puede secuestrar a dos
personajes?
Depende.
¿QUIÉN HABLÓ? ¿QUIÉN DIJO ESO? ¿QUIÉN HABLÓ? ¿Vos
escuchaste, Anahí?
No lo sé, Marucha, que no te agarren los nervios
de nuevo. Creo que vino de aquella estantería.
La sección jurídica. Por la voz es el Dr. Antonio
Maldonado Ruiz, compilador de la Nueva
teoría del Derecho Penal Comparado, de editorial Lumen.
¡Y qué espera, acérquelo, si el hombre tiene algo
para decir que lo haga!
¿Me permite, agente?
Tráigalo.
Les presento al Doctor Antonio Maldonado Ruiz,
profesor de Derecho Penal. Las señoras Marucha y Anahí, dos personajes de un
libro nuevo y el agente… ¿Cuál es su gracia?
Molina, suboficial Molina.
Señoras, agente. Ante todo disculpas, pero los
escuché involuntariamente y, si me permiten, antes de determinar si hay o no
privación ilegítima de la libertad, es importante discriminar entre dos sujetos
de derecho bien definidos: la “persona física o natural” y la “persona ficticia
o ilusoria”. De acuerdo al orden jurídico romano la primera es todo miembro de
la especie humana susceptible de adquirir derechos y contraer obligaciones,
mientras que la segunda es un sujeto que existe pero no como individuo humano,
sino como convención creada por una o más “personas físicas o naturales” para
cumplir con un rol supra-abstracto o inexistente.
¿Vos entendés algo, Marucha?
Ni jota. Señor, ¿por qué no traduce para la gente
común lo que está diciendo?
Lo que intento decir, es que en el presente
litigio se hace prioritario discriminar si las señoras se encuadran en una u
otra de dichas figuras de derecho, para
luego sí definir fehacientemente el acto delictivo del que son objeto.
Es lo que yo digo, un personaje no puede ser
secuestrado.
¡Usted cállese! Prosiga, profesor.
Lamentablemente la cuestión se complejiza si intentamos
estipular la calidad de “persona ficticia o ilusoria” en las que las señoras se
encuadran, siempre en el caso probado de que quede demostrado dicho status.
Esto es, ¿han sido un mero producto de la pura imaginería de un autor o creador
literario, sin ningún sustento arraigado en la realidad-real-objetiva? ¿O dicho
autor, para la elaboración de esos personajes, se ha basado en “personas
físicas o naturales” pertenecientes a su entorno social, familiar o amical? Si
conseguimos dilucidar esto, y si nos encontramos frente a la segunda de dichas
formas jurídicas, bien puede suceder que las señoras aquí presentes
efectivamente existan en la vida real, esto es, que no sean sólo meras
“personas ficticias o ilusorias”, entonces la privación ilegítima de la libertad
podría encuadrarse en un delito punible por “ut-supra-interpósita-data”.
¿Usted quiere decir un secuestro virtual?
¡No digas gansadas, Anahí, eso es otra cosa! A
ver, Doctor, no entiendo nada de derecho, pero según lo que puedo sacar en
limpio, acá lo que hay que hacer es encontrar al autor, ¿es así?
Exacto.
¡VAMOS, ENTONCES, A ENCONTRAR A ESE
DESNATURALIZADO, QUE ADEMÁS SEGURAMENTE TAMBIÉN ES EL CEREBRO DE LA BANDA! ¡Ahí
va a quedar bien claro que yo no soy ninguna ficción, yo soy María Urbina Barbieri,
argentina, casada y de carne y hueso!
¡Sí, claro! ¿Y si es argentina, casada y de carne
y hueso me quiere decir cómo terminó adentro de ese libro?
Nos drogaron, evidentemente.
Ay Marucha, ¿también nos drogaron?
Nos pusieron anfetaminas, éxtasis, paco, o alguna
de esas porquerías en el té. No es para sorprenderse, lo denuncian en El Noticiero de Santo todo el tiempo.
¡Ay, por Dios! Esto ya es más que una tragedia.
¡Estoy temblando de nuevo!
¡PARÁ UN CACHITO, ANAHÍ, POR FAVOR! ¿Y entonces,
agente?
¿Qué?
¿Cómo qué? ¿No está escuchando? ¿Qué hacemos? El
autor, haga que el librero ubique al autor.
¡Usted: ubique al autor!
Si con eso se aclara este disparate no tengo
inconvenientes. Tendría que llamar a la editorial, allí seguramente me van a
dar el teléfono.
¡Vaya!
¡Qué vergüenza, Marucha, nosotras que nos habíamos
reunido tranquilamente para hablar de la casa de papá, terminar así, en boca de
todos!
Perdón, pero si alguien tuviese la amabilidad de
volverme a mi estante…
¡Uy, nos olvidamos del Doctor!
Agente, haga el favor.
Hasta luego, señoras.
Muchas gracias, Doctor. Qué caballero más atento,
¿te diste cuenta?
Ahí viene de vuelta ese pillo. ¿Y? ¿Lo consiguió?
En la editorial me dieron un teléfono, es del
domicilio particular. Probé dos veces y no contesta. No sé, ¿qué hago, agente,
le dejo un mensaje?
No, ya va a ser localizado por la Fuerza.
¡“Localizado por la Fuerza”, seguro! Ese ya debe
andar por la triple frontera. ¿Anahí, qué hora es?
Las seis.
Néstor no sabe dónde estoy y ya debe haber puesto
el grito en el cielo. Agente, ¿y entonces? ¿Cómo seguimos con esto?
Mire, señora, yo la verdad que estoy un poco
confundido. Lo mejor va a ser que vayamos todos a la seccional.
¿Nos va a llevar detenidas?
Hasta que se aclaren las cosas. Señor, cierre la
librería. Aquel caballero, el del libro de jardinería, que venga de testigo,
usted lleve el volumen con las señoras y traiga los datos que tenga del autor,
la policía se va encargar de averiguar si tiene antecedentes.
Vamos.
¡AAAAAYYY!
¡Con cuidado con el libro que no es coctelera!
Sí, qué no nos mueva así que me viene vértigo,
Marucha. Qué rara que es la vida, ¿no? ¿Pensaste alguna vez que ibas a vivir
algo así, quiero decir, secuestradas, drogadas, marchando presas metidas
adentro de un libro?
¿Crees que Marquitos se va a enterar de todo lo
que dijimos? ¡Y los nenes, decime: qué culpa tienen los nenes! ¡Dios mío! ¡Yo
no podría volver a mirarlos a la cara!...
¡ANAHÍ, POR UNA VEZ EN LA VIDA, PODÉS PARAR UN
CACHITO!