miércoles, 29 de abril de 2015
Perro Fernández
Yo sé que la movilización se nos fue de las manos, como alguno de ustedes señala la cosa se desmadró, se salió de cauce. Aprovechadores, oportunistas que esperan el momento para sacar su tajada hay siempre. La cuestión está en haber confiado, en no haber visto la jugada a tiempo, ¿se entiende? Nos utilizaron, nos jodieron bien jodidos, y ahora con la cúpula desarticulada, la mitad de los compañeros enjaulados, toda esa gente herida gratuitamente, se va a hacer difícil cualquier movimiento futuro. Máxime con la opinión pública, con los medios en contra. Ustedes son periodistas, no es cierto, les hago una pregunta: ¿piensan realmente que no somos más que "perros troskos buscando desestabilizar a un gobierno democráticamente constituido"? ¡Con una mano en el corazón! ¡Es una ingenuidad, es absurdo! De sólo pensarlo se me erizan los pelos. ¡Usted, toque, pase la mano! Si quieren que hablemos seriamente de esto, primero hay que ir por partes: para empezar les digo que antes de lo de la plaza, lo que nosotros sentimos cada vez que golpeamos las puertas del poder fue la peor de las indiferencias, siempre, fue darnos de frente contra una pared. No somos unos improvisados, me entiende, no somos arribistas, no nos compran con un hueso. Nuestra lucha, nuestro reclamo no es de ahora, venimos sufriendo desde hace muchísimo y, tal vez, "el ladrido de plaza Francia" fue la gota que rebalsó el vaso, el punto de saturación. Y que nuestras bases, hambrientas de justicia, inmediatamente abrazaron como símbolo. Miren, yo no voy a justificar nada, pero hasta el peor de los cuzcos pulguientos necesita de un símbolo, de una bandera. Eso a uno lo ayuda a vivir, ¿se comprende? El "ladrido de plaza Francia" fue una reacción totalmente lógica. Ojo, no quiero decir que fue algo planeado, pero era un estallido que ya estaba en el aire, que se olfateaba, ¿me entienden? Sólo era cuestión de tiempo. Lo de aquel paseador, como ustedes bien dicen, fue la chispa que encendió la mecha. Está bien, el pobre chico tal vez tuvo más de lo que se merecía, fue un instrumento, pagó el pato por los abusos que venía cometiendo la Asociación de Paseadores y Afines que, entre paréntesis, nunca se hizo eco de nuestros reclamos. De cualquier forma fue una pérdida gratuita: morir estrangulado por las correas de sus propios clientes, en pleno centro de la ciudad, quizás fue excesivo, lo admito, pero digamos que toda revolución necesita sus mártires, a veces un hecho de esta naturaleza sirve para encauzar el malestar que se viene produciendo por años de expoliación. Inmediatamente, el suceso de plaza Francia se contagió a las plazas vecinas, inquilinatos, edificios de departamentos, hasta sumir a toda la ciudad en un largo y expansivo ladrido de libertad. ¿Libertad contra quién? ¿Cómo libertad contra quién? ¡Cómo quiere que no muestre los dientes, viejo, mire la pregunta que hace! ¡Las ordenanzas municipales sobre deposición en la vía pública, el control del sexo en las plazas, los malos tratos y el hacinamiento a los que nos someten los paseadores, la actitud discriminatoria de las administraciones de consorcio, la torturante vida de preso en balcones de reducidas dimensiones, los intentos de frivolizar nuestros reclamos sacando a relucir la instalación de todas esas peluquerías y boutiques caninas, la importación provocadora de compañeros de otras latitudes, razas trasplantadas de la Siberia o de las campiñas inglesas que sufren el desarraigo y no comprenden nuestra idiosincrasia, que provocan el menosprecio del verdadero habitante de estas tierras, el perro criollo argentino! ¡Libertad contra quién! ¿No le alcanza? ¿Le parece poco, eh? Pero, bueno, centrémonos en los sucesos posteriores: la movilización a Plaza de Mayo. El acto estaba planeado para las cinco de la tarde, a las tres empezaron a llegar las primeras columnas. Por Avenida de Mayo ingresaron las seccionales del interior y del Gran Buenos Aires, que se ubicaron sobre la derecha, cada una con sus pancartas: la Asociación de Lucha contra la Perrera, el Grupo Anti-bozal y el Frente Cachorros de Izquierda ocuparon el lado izquierdo. A las cuatro llegó la columna de Perras Contra la Castración y a las cuatro y media ya estaba todo listo. En primer término tenía que hablar el Secretario General del Gran Buenos Aires, después un representante de Perros de la Calle y como cierre venía yo. Como les decía al principio: nos utilizaron vilmente. El nuestro es un nucleamiento de masas y como tal no hace distingos de ideas ni de banderías, nuestra intención, nuestro mandato fundamental es hacer escuchar la voz de los de abajo, de los maltratados, de los oprimidos, de los sometidos al oprobio y la injusticia. Pero nos utilizaron. Al inicio mismo del discurso del compañero del Gran Buenos Aires ingresaron infiltrados, un grupo de choque, perros dogos con las caras cubiertas, no más de diez, pero que irrumpieron como verdadera jauría (señala a un periodista) Si no me equivoco fue su diario el que publicó que pertenecían a nuestra agrupación. Los medios como siempre tergiversan la verdad. ¡Yo le digo que no, que no pertenecían a ninguna agrupación, me entiende, eran violentos, mano de obra desocupada, mercenarios que se venden al mejor postor! Entraron por el centro, con una pancarta que decía "Brigada Rintintín", fíjense, si hasta parece una tomadura de pelo. Un plan absolutamente orquestado. Atropellaron sin siquiera ladrar, dando dentelladas a diestra y siniestra. Las compañeras de Perras Contra la Castración fueron las primeras en reaccionar. Se produjeron algunas refriegas. Fue la excusa perfecta para el paso siguiente: cuando del lado del puerto avanzó la Brigada de Perros Policías, pastores alemanes dispuestos a reprimir. Ni la peor mente maquiavélica hubiese planeado algo semejante: esos pobres esbirros del poder debiendo hincar el colmillo en su propia especie, traicionar a su propia sangre. Desde el palco, comprendí que debía hacer algo, llegar hasta el micrófono, pedir calma, pero el desconcierto, las corridas habían llegado también al lugar que ocupábamos. Fue ahí, en ese preciso momento, fíjense, que nos dieron el golpe final, el tiro de gracia, como quien dice: primero se escuchó un ruido apagado de motores, alzamos la vista y vimos recortarse en el cielo al Escuadrón de Helicópteros de la Prefectura, que hizo unos vuelos en círculo y se aproximó hasta el centro de la plaza y, fíjense ustedes, cuando estaban a unos veinte metros de altura, los muy traicioneros, abrieron los depósitos y nos bombardearon con un centenar de gatos espantados, que un poco por el susto y otro por la desorientación, empezaron a arañar, a morder y a correr sobre los lomos de los treinta mil compañeros que ocupaban la plaza. Y entonces si vino el descontrol, se imaginarán que la jauría enloquecida ya no estaba en condiciones de razonar, inútil fue alertarlos sobre el manejo tramposo. La masa desquiciada salió a morder, destruir, saquear, incendiar, violar, en una venganza reivindicativa, una locura destructora que no acaba. Finalmente, escúchenme bien: el perro históricamente maltratado, vejado, expoliado, mostró su costado más oscuro y animal. Presten atención, y anoten, porque ahora sí que estamos enfurecidos, ahora sí que van a sufrir nuestra rabia, las fauces babeantes, los ojos inyectados en sangre, porque ya no va a haber compasión. ¡Podrán enjaularnos, medicarnos, matarnos de hambre, pero se acabó! ¡Es la peor de las batallas, es la guerra total! ¿Qué hace, viejo? ¿Para qué llama al guardia? ¡Grrrrrrrr! ¡Arffff! ¡Dirigentes políticos e intelectuales, amas de casa y paseadores, niños y periodistas, ha llegado la hora, me escuchan! ¡Grrrrrr! Hago un llamado a todos y cada uno de los perros del mundo. ¡Estamos rabiosos, finalmente estamos rabiosos: el perro de ciudad y el perro de campo, el perro de montaña y el perro de mar, estamos enardecidos, iracundos y no va a haber escape, no va a haber hueco, agujero o madriguera en el mundo donde ocultarse! ¡La guerra, la conflagración total! ¡Grrrrrrrr! ¡Arffff! Le repito: ¿para qué quiere al guardia? ¡Pero si estoy tras las rejas! ¡Grrrrrrrr! ¡Arffff! ¿Adónde van? ¡Vuelvan a sentarse! ¡Grrrrrrrr! ¡No se vayan, la entrevista no terminó, no se vayan! ¡Grrrrrr! ¡Arffff! ¡Guau, gauuuuu!....
viernes, 17 de abril de 2015
Perro amor explota
Begoña y Miguel confrontan en lo que puede ser una cocina
de departamento, él acaba de levantarse (está en chancletas, camiseta
musculosa, pantalón pijama), ella de llegar (aun tiene el tapado y una cartera
en las manos) Sobre la musculosa Miguel luce un chaleco con cargas de
explosivos y un display con una luz titilante que hace las veces de detonador.
ELLA: A vos te captaron.
ÉL: ¡Ay, por favor!
ELLA: ¿Te lavaron el cerebro, Miguel?
ÉL: ¡Cortala con eso!
ELLA: Bueno, entonces explicame.
ÉL: ¿Qué querés que te explique?
ELLA: Cómo alguien puede venir lo más campante y decir
“conseguí trabajo, me contrataron de hombre bomba”.
ÉL: Es un empleo como cualquier otro.
ELLA: ¡No es un empleo como cualquier otro! Es un… es…
(busca las palabras, lloriquea) ¡Es un delirio, Miguel!
ÉL: Begoña, te pido un favor: respirá hondo y
tranquilizate.
ELLA: Me tranquilizo, okey, me tranquilizo. Pero necesito
saberlo, necesito que seas sincero: ¿vos sos chiíta, Miguel, sos
fundamentalista musulmán…?
ÉL: ¡Pará…!
ELLA:… ¿De esos chapitas que quieren inmolarse por Alá y
se excitan con 72 vírgenes desnudas que le esperan en el paraíso? ¡Degenerado!
¡Asqueroso!
ÉL: ¡PARÁ! ¡Estás histérica! Soy católico apostólico
romano, estoy enamorado de vos y vamos a casarnos.
ELLA: ¿Y entonces?
ÉL: Que esto no tiene que ver nada con la religión, ni
con la política, ni con nada sexual. Es un empleo, un trabajo. ¿Es tan difícil
de entender?
ELLA (señalando el chaleco): Por lo menos, ¿podés tener
la delicadeza de sacarte esa dinamita mientras hablamos?
ÉL: C4
ELLA: ¿Qué?
ÉL: Que no es dinamita, que son panes de C4, es un
explosivo plástico y no puedo sacármelo.
ELLA: ¿Por qué?
ÉL: No sé, es lo que dice el contrato. Lo tengo que
llevar puesto las 24 horas, por lo menos durante los dos primeros años.
ELLA: ¡Hacia dónde va el mundo! Te das cuenta, ¿no? ¡La
sociedad está enloqueciendo, Miguel! (tiempo, Begoña camina por la habitación
mientras lucha con sus pensamientos) Vos perdóname, pero no puedo asimilar esto. Querría, pero es
imposible, no puedo...
Miguel se aproxima
para abrazarla.
ELLA: ¡No te acerques!
ÉL: Es nuestra gran oportunidad, mi amor. Me pagan en una
semana lo que en la fotocopiadora ganaba en un año. Hacé las cuentas: cancelamos la fiesta de
casamiento al contado y en cinco años tenemos el departamento.
ELLA: ¿Cinco años? (lloriquea) ¿Pensás que yo voy a
soportar esto cinco años?
ÉL: Por ahí menos.
ELLA (temblando): ¡CÓMO MENOS, QUÉ INSINUÁS, QUE ESTÁS
DICIENDO…!
ÉL: ¡Tranquila! Lo que quiero decir es que a los cuatro o
cinco años te ofrecen dejar el trabajo de campo y pasar a las oficinas.
ELLA: ¡Es absurdo! ¿Quiénes son? ¿Quién ofrece este tipo
de trabajos?
ÉL: Es una empresa belga de telefonía, le vio la beta
comercial, importó el sistema y ahora ofrece el servicio para toda Latinoamérica
y países del Caribe.
ELLA: Un servicio para explotar gente.
ÉL: ¡Uff!
ELLA: ¡Uff, qué! Un servicio que consiste en meterse
exprofeso en un lugar lleno de gente inocente, ancianos, niños, amas de casa,
perros y hacerlos saltar por el aire convertidos en picadillo de carne.
ÉL: ¡Sos tan negativa!
Tiempo.
ELLA: ¿Y te tomaron así como así?
ÉL: Primero me hicieron un test psicofísico, te piden
secundario completo y les interesa el tema de la gordura.
ELLA: Cómo la gordura
ÉL: No sé, qué no tengas sobrepeso. Parece que la grasa
corporal en el momento de la explosión absorbe la onda expansiva y reduce el
poder de estrago, y creo que también se les complica con el tema de los
chalecos. Begoña, ¿podemos parar un minutito con el interrogatorio? ¿Por qué no
te sentás? ¿Te hago un te?
ELLA: Tengo el estómago hecho una piedra.
ÉL: Sos demasiado dramática.
ELLA: Y vos un inconsciente (lloriquea) Miguel, por lo
menos, ¿sabés lo que te espera? ¿Cuál es
tu expectativa de vida? ¿Te lo dijeron?
Él: Eso se maneja.
ELLA: ¿Qué querés decir?
ÉL: Qué acá no es como en Oriente Medio, es todo más
dialéctico, más conversado. Acá los hombres bomba no se detonan casi nunca.
ELLA: ¡Casi nunca! (tiempo. Se suena la nariz) Miguel, ¿y
nuestro casamiento? ¿Pensaste en nuestro casamiento? ¿Te parece que con esto
vos y yo podemos planearlo? Me habías prometido que en la iglesia ibas a vestir
chaquet, ¿y ahora? ¿Vas a llevar ese espantoso chaleco de C44, o como se llame?
¿Y cómo manejamos lo de mamá?
ÉL: A tu vieja yo nunca le caí bien.
ELLA: ¡Es que le servís los argumentos en bandeja,
Miguel! Mamá está enferma, el viernes
tenemos que ir a ver el salón, si te ve con eso la tengo que internar. Además,
¿quién nos va a querer alquilar un lugar a riesgo de saltar por los aires? ¿Y
los invitados? ¿Pensaste en los invitados? ¿Vos creés que van a querer venir?
¿Y cuando tengamos hijos, Miguel? ¿Pensás que te voy a dejar acercarte? ¿Qué
vas a poder alzarlos? ¿Vos vas a ir así a las reuniones de padres del jardín?
¿A los actos del Día de la Bandera? ¡Dale, hablá! ¡Decí algo!
ÉL: ¡PARÁ, BEGOÑA! ¡PARÁ UN POQUITO!
ELLA (lloriqueando): Yo quería que me acompañaras en el
parto.
ÉL: Y te voy a acompañar. Pero no me hostigues así. Son
demasiadas cosas y no tengo todas las respuestas. Vos me conocés, soy un tipo
que mira siempre hacia adelante y con cada cosa que hago imagino lo mejor para
nosotros. Cuando apareció esto te juro que se me abrió la cabeza. Me dije “es
justo lo que necesitamos para afrontar este momento”. Es una empresa nueva que
viene a cubrir un nicho de mercado importante, mal que te pese en este país hay
mucha gente que necesita hacer explotar a otra, y si no lo ofrecés vos, va a
venir otro a ocupar tu lugar. Seguramente van a abrir subsidiarias en otras
capitales de la región, y eso significa que se va a necesitar mucha gente, y
gente con experiencia. Si yo puedo superar esta primera etapa y logro no
explotar, las posibilidades son infinitas.
ELLA (cambiando): ¿Vos querés decir que podés llegar a
conseguir un puesto gerencial?
ÉL: Es probable.
ELLA: Con casa en el exterior y un ingreso…
ÉL: ¡Alto, muy alto, mi amor! E incluso con la
posibilidad de transformarme en accionista. Vamos a poder viajar, vivir donde
se nos ocurra, de la manera en que se nos ocurra.
Begoña, queda ensimismada.
ÉL: ¿Qué pasa?
ELLA: No puedo, Miguel. No puedo vernos en un futuro
juntos, es mucha presión.
ÉL: No entiendo.
ELLA: Vos me conocés, soy discutidora, me gusta
cuestionar, y siento que a partir de este momento no voy a poder ser yo misma.
No vamos a poder tener una discusión.
ÉL: ¿Por qué?
ELLA: ¿Y si te enfurecés?
ÉL (atónito): ¿Pensás que yo…? ¿Vos creés que sería capaz de… detonarnos?
ELLA: La violencia de género es una realidad, Miguel.
ÉL: ¡No lo puedo creer!
ELLA: Es que siempre voy a tener la duda y me voy a
reprimir. O cuando te sientas deprimido, o cuando tengas una discusión con el
auto en la calle. Voy a estar todo el tiempo con el corazón en la boca,
pensando, temiendo. No voy a poder soportarlo (Tiempo. Miguel mantiene la
actitud de asombro) Mirá, anoche estuve
investigando por Google y me enteré de cosas terribles. ¿Sabías que el año
2004, en Bagdad, una mujer bomba, haciendo el amor con su marido, tuvo un
orgasmo y explotó?
ÉL: Es el único caso registrado. A partir de ahí
empezaron a utilizarse detonadores digitales y no volvió a pasar.
ELLA: No, Miguel, dejémoslo acá. No voy a poder.
Begoña alza el tapado y la cartera.
ÉL: Begoña. ¡Pará! ¿Adónde vas?
ELLA: No puedo, Miguel, vos sos un ser destructivo.
Habíamos superado lo de tu eyaculación precoz y ahora esto. Te empeñás siempre
en arruinarlo todo. No puedo, Miguel, perdoname.
Begoña sale. Miguel queda mortificado. Tiempo. De golpe
sufre un ataque de ira, golpea la mesa con los puños.
ÉL: ¡La puta madre, por qué!... ¡Por qué! ¡Por qué! ¡Por
qué! ¡Por qué!
De repente, en el display del chaleco comienza a sonar
una alarma y se paraliza la luz intermitente.
ÉL: ¡A la mierda! ¡AUXILIO!
APAGÓN. RUIDO DE EXPLOSIÓN
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