Begoña y Miguel confrontan en lo que puede ser una cocina
de departamento, él acaba de levantarse (está en chancletas, camiseta
musculosa, pantalón pijama), ella de llegar (aun tiene el tapado y una cartera
en las manos) Sobre la musculosa Miguel luce un chaleco con cargas de
explosivos y un display con una luz titilante que hace las veces de detonador.
ELLA: A vos te captaron.
ÉL: ¡Ay, por favor!
ELLA: ¿Te lavaron el cerebro, Miguel?
ÉL: ¡Cortala con eso!
ELLA: Bueno, entonces explicame.
ÉL: ¿Qué querés que te explique?
ELLA: Cómo alguien puede venir lo más campante y decir
“conseguí trabajo, me contrataron de hombre bomba”.
ÉL: Es un empleo como cualquier otro.
ELLA: ¡No es un empleo como cualquier otro! Es un… es…
(busca las palabras, lloriquea) ¡Es un delirio, Miguel!
ÉL: Begoña, te pido un favor: respirá hondo y
tranquilizate.
ELLA: Me tranquilizo, okey, me tranquilizo. Pero necesito
saberlo, necesito que seas sincero: ¿vos sos chiíta, Miguel, sos
fundamentalista musulmán…?
ÉL: ¡Pará…!
ELLA:… ¿De esos chapitas que quieren inmolarse por Alá y
se excitan con 72 vírgenes desnudas que le esperan en el paraíso? ¡Degenerado!
¡Asqueroso!
ÉL: ¡PARÁ! ¡Estás histérica! Soy católico apostólico
romano, estoy enamorado de vos y vamos a casarnos.
ELLA: ¿Y entonces?
ÉL: Que esto no tiene que ver nada con la religión, ni
con la política, ni con nada sexual. Es un empleo, un trabajo. ¿Es tan difícil
de entender?
ELLA (señalando el chaleco): Por lo menos, ¿podés tener
la delicadeza de sacarte esa dinamita mientras hablamos?
ÉL: C4
ELLA: ¿Qué?
ÉL: Que no es dinamita, que son panes de C4, es un
explosivo plástico y no puedo sacármelo.
ELLA: ¿Por qué?
ÉL: No sé, es lo que dice el contrato. Lo tengo que
llevar puesto las 24 horas, por lo menos durante los dos primeros años.
ELLA: ¡Hacia dónde va el mundo! Te das cuenta, ¿no? ¡La
sociedad está enloqueciendo, Miguel! (tiempo, Begoña camina por la habitación
mientras lucha con sus pensamientos) Vos perdóname, pero no puedo asimilar esto. Querría, pero es
imposible, no puedo...
Miguel se aproxima
para abrazarla.
ELLA: ¡No te acerques!
ÉL: Es nuestra gran oportunidad, mi amor. Me pagan en una
semana lo que en la fotocopiadora ganaba en un año. Hacé las cuentas: cancelamos la fiesta de
casamiento al contado y en cinco años tenemos el departamento.
ELLA: ¿Cinco años? (lloriquea) ¿Pensás que yo voy a
soportar esto cinco años?
ÉL: Por ahí menos.
ELLA (temblando): ¡CÓMO MENOS, QUÉ INSINUÁS, QUE ESTÁS
DICIENDO…!
ÉL: ¡Tranquila! Lo que quiero decir es que a los cuatro o
cinco años te ofrecen dejar el trabajo de campo y pasar a las oficinas.
ELLA: ¡Es absurdo! ¿Quiénes son? ¿Quién ofrece este tipo
de trabajos?
ÉL: Es una empresa belga de telefonía, le vio la beta
comercial, importó el sistema y ahora ofrece el servicio para toda Latinoamérica
y países del Caribe.
ELLA: Un servicio para explotar gente.
ÉL: ¡Uff!
ELLA: ¡Uff, qué! Un servicio que consiste en meterse
exprofeso en un lugar lleno de gente inocente, ancianos, niños, amas de casa,
perros y hacerlos saltar por el aire convertidos en picadillo de carne.
ÉL: ¡Sos tan negativa!
Tiempo.
ELLA: ¿Y te tomaron así como así?
ÉL: Primero me hicieron un test psicofísico, te piden
secundario completo y les interesa el tema de la gordura.
ELLA: Cómo la gordura
ÉL: No sé, qué no tengas sobrepeso. Parece que la grasa
corporal en el momento de la explosión absorbe la onda expansiva y reduce el
poder de estrago, y creo que también se les complica con el tema de los
chalecos. Begoña, ¿podemos parar un minutito con el interrogatorio? ¿Por qué no
te sentás? ¿Te hago un te?
ELLA: Tengo el estómago hecho una piedra.
ÉL: Sos demasiado dramática.
ELLA: Y vos un inconsciente (lloriquea) Miguel, por lo
menos, ¿sabés lo que te espera? ¿Cuál es
tu expectativa de vida? ¿Te lo dijeron?
Él: Eso se maneja.
ELLA: ¿Qué querés decir?
ÉL: Qué acá no es como en Oriente Medio, es todo más
dialéctico, más conversado. Acá los hombres bomba no se detonan casi nunca.
ELLA: ¡Casi nunca! (tiempo. Se suena la nariz) Miguel, ¿y
nuestro casamiento? ¿Pensaste en nuestro casamiento? ¿Te parece que con esto
vos y yo podemos planearlo? Me habías prometido que en la iglesia ibas a vestir
chaquet, ¿y ahora? ¿Vas a llevar ese espantoso chaleco de C44, o como se llame?
¿Y cómo manejamos lo de mamá?
ÉL: A tu vieja yo nunca le caí bien.
ELLA: ¡Es que le servís los argumentos en bandeja,
Miguel! Mamá está enferma, el viernes
tenemos que ir a ver el salón, si te ve con eso la tengo que internar. Además,
¿quién nos va a querer alquilar un lugar a riesgo de saltar por los aires? ¿Y
los invitados? ¿Pensaste en los invitados? ¿Vos creés que van a querer venir?
¿Y cuando tengamos hijos, Miguel? ¿Pensás que te voy a dejar acercarte? ¿Qué
vas a poder alzarlos? ¿Vos vas a ir así a las reuniones de padres del jardín?
¿A los actos del Día de la Bandera? ¡Dale, hablá! ¡Decí algo!
ÉL: ¡PARÁ, BEGOÑA! ¡PARÁ UN POQUITO!
ELLA (lloriqueando): Yo quería que me acompañaras en el
parto.
ÉL: Y te voy a acompañar. Pero no me hostigues así. Son
demasiadas cosas y no tengo todas las respuestas. Vos me conocés, soy un tipo
que mira siempre hacia adelante y con cada cosa que hago imagino lo mejor para
nosotros. Cuando apareció esto te juro que se me abrió la cabeza. Me dije “es
justo lo que necesitamos para afrontar este momento”. Es una empresa nueva que
viene a cubrir un nicho de mercado importante, mal que te pese en este país hay
mucha gente que necesita hacer explotar a otra, y si no lo ofrecés vos, va a
venir otro a ocupar tu lugar. Seguramente van a abrir subsidiarias en otras
capitales de la región, y eso significa que se va a necesitar mucha gente, y
gente con experiencia. Si yo puedo superar esta primera etapa y logro no
explotar, las posibilidades son infinitas.
ELLA (cambiando): ¿Vos querés decir que podés llegar a
conseguir un puesto gerencial?
ÉL: Es probable.
ELLA: Con casa en el exterior y un ingreso…
ÉL: ¡Alto, muy alto, mi amor! E incluso con la
posibilidad de transformarme en accionista. Vamos a poder viajar, vivir donde
se nos ocurra, de la manera en que se nos ocurra.
Begoña, queda ensimismada.
ÉL: ¿Qué pasa?
ELLA: No puedo, Miguel. No puedo vernos en un futuro
juntos, es mucha presión.
ÉL: No entiendo.
ELLA: Vos me conocés, soy discutidora, me gusta
cuestionar, y siento que a partir de este momento no voy a poder ser yo misma.
No vamos a poder tener una discusión.
ÉL: ¿Por qué?
ELLA: ¿Y si te enfurecés?
ÉL (atónito): ¿Pensás que yo…? ¿Vos creés que sería capaz de… detonarnos?
ELLA: La violencia de género es una realidad, Miguel.
ÉL: ¡No lo puedo creer!
ELLA: Es que siempre voy a tener la duda y me voy a
reprimir. O cuando te sientas deprimido, o cuando tengas una discusión con el
auto en la calle. Voy a estar todo el tiempo con el corazón en la boca,
pensando, temiendo. No voy a poder soportarlo (Tiempo. Miguel mantiene la
actitud de asombro) Mirá, anoche estuve
investigando por Google y me enteré de cosas terribles. ¿Sabías que el año
2004, en Bagdad, una mujer bomba, haciendo el amor con su marido, tuvo un
orgasmo y explotó?
ÉL: Es el único caso registrado. A partir de ahí
empezaron a utilizarse detonadores digitales y no volvió a pasar.
ELLA: No, Miguel, dejémoslo acá. No voy a poder.
Begoña alza el tapado y la cartera.
ÉL: Begoña. ¡Pará! ¿Adónde vas?
ELLA: No puedo, Miguel, vos sos un ser destructivo.
Habíamos superado lo de tu eyaculación precoz y ahora esto. Te empeñás siempre
en arruinarlo todo. No puedo, Miguel, perdoname.
Begoña sale. Miguel queda mortificado. Tiempo. De golpe
sufre un ataque de ira, golpea la mesa con los puños.
ÉL: ¡La puta madre, por qué!... ¡Por qué! ¡Por qué! ¡Por
qué! ¡Por qué!
De repente, en el display del chaleco comienza a sonar
una alarma y se paraliza la luz intermitente.
ÉL: ¡A la mierda! ¡AUXILIO!
APAGÓN. RUIDO DE EXPLOSIÓN
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