jueves, 13 de mayo de 2021

Asistencia al suicida

Personajes:

Suicida
Psicólogo

 

Microcentro, hora pico, frente a un local comercial el suicida se apunta un cuchillo a la yugular. Está cercado por una cinta de peligro. Fuera de escena un oficial desde un patrullero con altavoz trata de ordenar a los curiosos que lo rodean.

SUICIDA (exaltado): ¿Qué pasa? ¿Eh? ¿Quieren que lo haga, no? ¿Quieren ver sangre?

ALTAVOZ POLICIAL: ¡Circulen, por favor!

SUICIDA: ¿Les parece circo, esto? ¿Teatro callejero?

ALTAVOZ POLICIAL: ¡Tranquilo, señor! Ya está llegando el equipo de intervención y podrá hablar con un especialista.

SUICIDA: ¡No voy a hablar con nadie!

ALTAVOZ POLICIAL: ¡Respeten la cinta, por favor! ¡Circulen!

SUICIDA: Cuanto más sangriento mejor, no es cierto. Necesitan emociones, algo que los distraiga de sus vidas de mierda (se arranca la corbata y el saco y los tira hechos un bollo a un costado, se apunta con el cuchillo al abdomen) Si corto desde acá incluso van a poder ver mis intestinos. ¿Me achuro, entonces? A la una, a las dos y a las… (entre los curiosos se escuchan alaridos, el suicida se ríe) ¡Por Dios, dan pena! Perdón, ¿y vos de dónde sos? Mirá qué bien, canal veintiseis. Tenemos a los medios. Che, pongan buena cara que estamos saliendo en vivo.

Por un costado, sorteando la cinta de peligro, ingresa un desconocido. Al advertirlo, el suicida vuelve a llevarse el cuchillo al cuello.

SUICIDA: ¡Ey! ¿Qué hacés? ¿Y vos quién carajo sos? 

PSICÓLOGO (muy nervioso, se paraliza): ¡Muero contento, hemos batido al enemigo!

SUICIDA: ¿Perdón?

PSICÓLOGO: D-disculpe, me salió. Deben ser los nervios.

El suicida lo mide con desconfianza.

SUICIDA: Sí, deben ser los nervios. Vos debés ser del famoso equipo de intervención. ¿Estás un poquito histérico o me parece a mí?

PSICÓLOGO: ¿E-es muy evidente?

SUICIDA: No lo sé, pero deberías estar más acostumbrado, ¿no?

PSICÓLOGO: S-sí. Bah, no sé.

SUICIDA: Bueno, paciencia. Arrimate, arrimate. ¿Querés algo para tomar?

PSICÓLOGO: Por favor, n-no se burle.

SUICIDA: No me burlo, en serio. Mirá que lindo público tenemos, allá está el patrullero que organiza la seguridad, ahí un canal de televisión transmitiendo en vivo (cambiando vuelve a apuntarse con el cuchillo al cuello) ¡Pero ni se te ocurra acercarte porque ya sabés lo que va a pasar!

PSICÓLOGO: N-no, sí, está bien.

Tiempo. El suicida señala a los curiosos.

SUICIDA: Fijate, miralos. ¿Siempre es así?

PSICÓLOGO: ¿Qué cosa?

SUICIDA: Alguien como yo que decide terminar y tantos pelotudos arracimados asistiendo al evento. Vos lo debés estar viendo a diario, ¿no?

PSICÓLOGO: No. Más o menos.

SUICIDA: Fijate que no pueden irse. Son patéticos. Es como que necesitan volver con algo a sus casas, algo que les salve el día, cuanto más morboso, mejor. Vidas huecas, vidas de mierda, ¿no?

Suena un celular. El suicida lo busca en el saco hecho un bollo en el piso.

SUICIDA: Perdoname.

PSICÓLOGO: Atienda, atienda.

SUICIDA (atendiendo, neutro): ¿Qué hacés?…. Ah, mirá… Ah, mirá… Ah, mirá… Pero no… ¡Te digo que no!… ¡Me importa un carajo! Ya es tarde. ¿Vos tomaste una decisión, te jode la conciencia? ¡Bancátela!

Corta la comunicación, el celular vuelve a sonar, lo apaga y se lo da al psicólogo.

SUICIDA: Tomá (de un bolsillo saca el portadocumentos y las llaves) Y tomá esto también, después sabrás qué hacer.

Tiempo.

PSICÓLOGO: ¿Su señora?

SUICIDA: ¿Perdón?

PSICÓLOGO: Digo, la que llamó, si era su señora.

SUICIDA: Ah, sí. En realidad mi mujer, no estamos casados.

PSICÓLOGO: Ah, claro.

SUICIDA: Son increíbles.

PSICÓLOGO: ¿Por?

SUICIDA: Te arruinan la vida y después vienen con el arrepentimiento… Ah, dice que me vio en la tele, que estamos saliendo en vivo. Saludá ahí.

El psicólogo saluda con la mano hacia la cámara. Tiempo.

PSICÓLOGO: ¿Tienen hijos?

El suicida niega con la cabeza.

PSICÓLOGO: Entonces es muchísimo más sencillo.

SUICIDA: ¿Qué cosa?

PSICÓLOGO: Suicidarse, digo que es más sencillo cuando no se tienen hijos. SUICIDA: ¿Ah, sí?

PSICÓLOGO (entusiasmándose): Absolutamente, lo estuve investigando. Yo por suerte tampoco tengo hijos. El sentimiento de culpa que deja en los sobrevivientes, cuando son menores cuesta mucho más elaborarlo.

SUICIDA (observándolo con curiosidad): Sos algo raro, ¿no?

PSICÓLOGO: ¿Por?

SUICIDA: No sé, ¿no tendrías que intentar hacerme desistir, hablarme de la violación de la ley de Dios, el milagro de la vida y toda esa mierda? 

PSICÓLOGO: Puede ser. No lo sé

El psicólogo de golpe se quiebra, reprime un sollozo y oculta su cara entre las manos. Desconcertado el suicida busca con la vista al oficial de policía.

SUICIDA: ¿Qué le pasa? (acercándose al psicólogo) ¿Te pasa algo?

El psicólogo saca de entre sus ropas otro cuchillo.

SUICIDA: ¡Ah, lo que faltaba!

PSICÓLOGO: Discúlpeme.

SUICIDA: ¡No te puedo creer! ¡Cartón lleno! (desconfiado) ¿Qué es, un truco? (al oficial de policía) ¿Agente, esto es un truco?

PSICÓLOGO: N-no, ¿cómo un truco?

SUICIDA: Una estrategia, hacer que te ponés de mi lado. ¿Y los estúpidos como yo se lo tragan, entran en el jugo?

PSICÓLOGO: No, señor. ¿Qué dice? ¿Le parece que voy a especular con algo así? Le estoy abriendo mi corazón, mostrándole mi sufrimiento.

El grupo de curiosos comienza a vivar.

SUICIDA: ¡SILENCIO! (al psicólogo) ¡Paremos! ¡Vos te estás abusando, la cortás acá! (a los curiosos) No confundamos los tantos: este tipo…. ¿Dónde estaba la cámara? Tomame, por favor. Quiero decir que desconozco a este sujeto, supuestamente vino para ayudarme y si está deprimido, si lo cagó su chica o perdió la casa a la ruleta me importa tres carajos. Esto no es ningún club, acá el suicida soy yo. ¿Está claro? Si quiere amasijarse que agarre su cuchillo y se vaya a la otra cuadra. Es mi público, mi canal de la televisión y mi vereda, ¿okey?

Tiempo, el suicida se calma.

PSICÓLOGO: Discúlpeme.

SUICIDA: Todo bien.

PSICÓLOGO: Creí que teníamos cosas en común, que habíamos construido un vínculo.

SUICIDA: Te equivocaste.

PSICÓLOGO: Es que uno está tan solo.

SUICIDA: Chocolate por la noticia.

Tiempo.

SUICIDA: Sabés que no entiendo. ¿Cómo funciona la cabeza de la gente? Vos trabajás en esto, ¿cómo se te ocurrió?

PSICÓLOGO: N-no lo sé. Lo vi, m-me dije ya que este señor estaba en el proceso tengo poco y nada que explicarle y quizás podamos hacerlo juntos.

SUICIDA: Imposible.

PSICÓLOGO: ¿Por?

SUICIDA: Que me mate yo es una cosa, pero que se mate otro conmigo...

PSICÓLOGO: ¿Qué cambia?

SUICIDA (engranando): ¡No lo sé y no tengo por qué justificarme! ¡Es raro y me da impresión, punto! (mira la hora) ¡Y ahora me cagaste el plan! ¡Yo ya lo tendría que haber hecho hace rato y acá estoy hablando de no sé de qué carajo con un loco como vos!

PSICÓLOGO: Perdón.

Tiempo. El suicida observa el cuchillo del psicólogo.

SUICIDA: Es un hermoso cuchillo. Hoja arbolito, ¿no?

PSICÓLOGO: Sí. Un regalo de mi padre. Hecho en Alemania, creo.

SUICIDA: Sin duda es acero alemán. Este no es tan bueno, es de cocina, pero le tengo mucho cariño.

PSICÓLOGO: ¿Lo quiere? Se lo doy.

SUICIDA: No, faltaba más

PSICÓLOGO: Usted regáleme el suyo. Hacemos un intercambio.

Se los intercambian.

SUICIDA: Bueno, muchas gracias.

Tiempo.

PSICÓLOGO: ¿Puedo proponerle algo?

SUICIDA: A ver.

PSICÓLOGO: Por lo que veo usted hoy ya no va a hacerlo…

SUICIDA: Es verdad (mira la hora) Además es tardísimo.

PSICÓLOGO: Que le parece si nos citamos mañana por la mañana, supongamos en la Costanera, de siete a nueve casi no hay nadie.

SUICIDA: No lo creo.

PSICÓLOGO: Si quiere puede usar una venda, digo por si le da impresión mirarme. Para mí va a ser muy importante. ¡Por favor! (saca el celular) Deme su teléfono y le hago una llamada perdida.

SUICIDA: Lo tenés vos.

PSICÓLOGO: Ah, es verdad, se lo devuelvo, tome también las llaves y el documento. Dígame.

SUICIDA: 1138918875

PSICÓLOGO: Ahí está. ¿Sellamos el acuerdo?

SUICIDA: No lo sé… Me voy a arrepentir pero okay, sellemos. ¿Qué hacemos? ¿Nos damos la mano?

PSICÓLOGO (atrayéndolo hacia sí): Mejor un abrazo.

Se abrazan, se escuchan protestas y silbidos de los curiosos. El suicida se separa de golpe.

SUICIDA: ¡SILENCIO!

Vuelven a juntarse, el psicólogo extiende el abrazo, con una mano saca un frasco y se mete varias pastillas a la boca. Inmediatamente pierde el equilibrio y comienza a babear.

SUICIDA (sosteniéndolo): ¡Qué hacés!

PSICÓLOGO: P-perdóneme. Sentí el impulso.

El psicólogo agoniza en brazos del suicida, los curiosos ahora vivan y aplauden, el moribundo quiere decir unas últimas palabras.

SUICIDA: ¡Silencio, dije!

PSICOLOGO (con un hilo de voz): Gracias. Y no pierda el tiempo, esto no es para usted.

El psicólogo muere. El suicida lo apoya en el piso, los curiosos vuelven a aplaudir, el suicida reacciona, se lleva los dos cuchillos al cuello.

SUICIDA: ¡BASTA! ¡ENFERMOS!

ALTAVOZ POLICIAL: ¡Respeten la cinta! ¡Circulen, por favor! Tranquilo, señor, ya está llegando el equipo de intervención con el psicólogo.

SUICIDA: ¿Con el psicólogo? ¿Cómo con el psicólogo? ¿Pero el psicólogo no era este?

ALTAVOZ POLICIAL: No, señor. ¿No era familiar suyo? Nos pidió que lo dejáramos pasar.

SUICIDA (desconcertado): ¿Sabe qué? Pida la ambulancia para llevarse el cuerpo. Yo por mi parte me arrepiento, mire, depongo la actitud (deja los dos cuchillos en el piso, alza el saco y la corbata) No traigan a nadie más, ¿escuchó? (mientras se marcha) ¡Qué mal está la gente, por Dios!

APAGÓN.

5 comentarios:

  1. Muuuy bueno Pablo!!!! Un sorprendente final!! Las didascalias y el detalle narrativo... me encantó

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