miércoles, 25 de junio de 2025

ASISTENCIA AL SUICIDA

Personajes:
Suicida
Psicólogo

 


Microcentro, hora pico, frente a un local comercial el suicida se apunta un cuchillo a la yugular. Está cercado por una cinta de peligro. Fuera de escena un oficial desde un patrullero con altavoz trata de ordenar a los curiosos que lo rodean.

 

SUICIDA (exaltado): ¿Y? ¿Qué onda? ¿Lo hago? ¿Quieren que lo haga? ¡Quieren ver sangre, eh!

ALTAVOZ POLICIAL: ¡Circulen, circulen, por favor!

SUICIDA: ¿Qué les parece esto? ¿Un número de circo? ¿Teatro callejero?

ALTAVOZ POLICIAL: ¡Tranquilo, serénese, señor! Ya está llegando el equipo de intervención y podrá hablar con un especialista.

SUICIDA: ¿Y quién dice que quiero hablar con alguien?

ALTAVOZ POLICIAL: ¡Respeten la cinta, por favor! ¡Circulen!

SUICIDA: ¡Cuanto más morboso y más sangriento mejor, eh! ¡Necesitan adrenalina, emociones fuertes, algo que los distraiga de esas vidas de mierda! (se arranca la corbata y el saco y los tira hechos un bollo a un costado, se apunta con el cuchillo al abdomen) Si corto desde acá van a poder ver los intestinos. ¿Me corto, entonces? A la una, a las dos y a las… (entre los curiosos se escuchan alaridos, el suicida lanza una carcajada) ¡Por Dios, dan pena! Perdón, ¿y ustedes? ¿De dónde salieron? Mirá qué bien, Canal 26. ¡Señores, aplausos, tenemos a los medios! Pongan buena cara que estamos saliendo en vivo.

Por un costado, sorteando la cinta de peligro, ingresa un desconocido. Al advertirlo, el suicida vuelve a llevarse el cuchillo al cuello.

SUICIDA: ¡Epa! ¡Epa! ¿Y este quién carajo es?  

PSICÓLOGO (muy nervioso, se paraliza): ¡Muero contento, hemos batido al enemigo!

SUICIDA: ¿Perdón?

PSICÓLOGO: Di-disculpe. Me salió.

SUICIDA: Ah, mirá

PSICÓLOGO: Que absurdo, ¿no?

SUICIDA: Sí vos lo decís.

PSICÓLOGO: Es que estoy un poco nervioso.

SUICIDA (con desconfianza): Eso te iba a decir. Si sos del famoso equipo de intervención deberías estar más acostumbrado, ¿o me parece a mí?

PSICÓLOGO: S-sí. Bah, no sé.

SUICIDA: Bueno, paciencia. Arrimate. ¿Algo para tomar?

PSICÓLOGO: Por favor, no se burle.

SUICIDA: No me burlo, en serio. ¿Cómo te llamás?

PSICÓLOGO: César.

SUICIDA: César, mirá que linda tribuna que tenemos, allá está el patrullero, ahí el canal 26 transmitiendo en vivo (cambiando vuelve a apuntarse con el cuchillo al cuello) ¡Pero si se te ocurre acercarte un paso ya sabés lo que va a pasar!

PSICÓLOGO: N-no

SUICIDA: ¿No sabés?

PSICÓLOGO: No, quiero decir sí se, pero que no lo haga.

Tiempo. El suicida señala a los curiosos.

SUICIDA: Fijate, César, miralos… Decime, ¿siempre es así?

PSICÓLOGO: ¿Qué cosa?

SUICIDA: No sé, quiero decir alguien como yo que decide terminar y tanto pelotudo suelto asistiendo al evento. Vos lo debés estar viendo a diario, ¿no?

PSICÓLOGO: No. Quiero decir, más o menos.

SUICIDA: Fijate que no pueden despegarse, están como atornillados detrás de esa cinta. Es como que necesitan volver con algo, algo que les justifique el día, cuanto más morboso, mejor. Vidas vacías, vidas huecas, vidas de mierda, ¿no? (suena un celular) Perdoname.

PSICÓLOGO: Haga, haga.

El suicida lo busca en el saco hecho un bollo en el piso.

SUICIDA (atendiendo): ¿Qué querés?…. Ah, mirá… Ah, mirá… Ah, mirá… Pero no… (alzando la voz) ¡Que digo que no!… ¡Me importa un carajo! Ya es tarde. ¿Vos tomaste una decisión, te jode la conciencia? ¡Bancátela!

Corta la comunicación, el celular vuelve a sonar, lo apaga y se lo da al psicólogo.

SUICIDA: Tomá (de un bolsillo saca el portadocumentos) Y esto también (saca unas llaves) Y esto.

Tiempo.

PSICÓLOGO: ¿Su mujer?

SUICIDA: ¿Perdón?

PSICÓLOGO: Digo, la que llamó, s-si es su mujer.

SUICIDA: Ah, sí… Son increíbles.

PSICÓLOGO: Son increíbles.

SUICIDA: ¿Y por qué son increíbles? ¿Vos conocés a mi mujer?

PSICÓLOGO: No.

SUICIDA: ¿Entonces cómo sabés que ella es increíble?

PSICÓLOGO: Por qué usted lo dijo. Pero fue como un comentario general, nada más.

SUICIDA: Ah. Bien.

Tiempo.

SUICIDA: Me cagó la vida. ¡Literal! Esta es mi vida, se puso acá arriba y me la cago. ¿Y después viene con el arrepentimiento?

PSICÓLOGO: Eso es muy común.

SUICIDA: Ah, dijo que nos está viendo en la tele. Saludá.

Ambos saludan con la mano. Tiempo.

PSICÓLOGO: ¿Y tienen hijos?

El suicida niega con la cabeza.

PSICÓLOGO: Ah, entonces es mucho más sencillo.

SUICIDA: ¿Qué cosa?

PSICÓLOGO: Suicidarse, digo que es más sencillo cuando no se tienen hijos. SUICIDA: ¿Ah, sí?

PSICÓLOGO (entusiasmándose): Totalmente, lo estuve investigando, hay bastante bibliografía al respecto. Yo por suerte tampoco tengo hijos. El sentimiento de culpa que deja en los sobrevivientes, cuando son menores de edad cuesta mucho más elaborarlo.

SUICIDA (observándolo con curiosidad): Vos sos bien raro.

PSICÓLOGO: ¿Por?

SUICIDA: No sé, ¿no tendrías que intentar hacerme desistir, hablarme de la violación de la ley de Dios, el milagro de la vida y toda esa sarasa? 

PSICÓLOGO: Puede ser. No lo sé

El psicólogo de golpe se quiebra, reprime un sollozo y oculta su cara entre las manos. Desconcertado el suicida busca con la vista al oficial de policía.

SUICIDA: Agente, ¿qué es esto? ¿Che, César, te pasa algo?

El psicólogo atolondrádamente saca otro largo cuchillo de entre sus ropas, se le cae al piso, lo levanta.

SUICIDA: ¡Ah, bueno!

PSICÓLOGO: Discúlpeme.

SUICIDA :¡Lo que faltaba! ¡No lo puedo creer! ¡Bingo! ¡Cartón lleno! (al oficial de policía) ¿Qué es esto, agente, un acting, un truco?

PSICÓLOGO: No, ¿cómo un truco?

SUICIDA: Una estrategia, hacer que te ponés de mi lado para manipularme. ¿Y los estúpidos se lo tragan, entran en el juego?

PSICÓLOGO: ¡No, señor! ¿Qué dice? ¿Le parece que voy a especular con algo así? Le estoy abriendo mi corazón, mostrándole todo mi sufrimiento.

El grupo de curiosos comienza a vivar.

SUICIDA: ¡SILENCIO! (al psicólogo) ¡Escuchame: parás ya con esto! ¡Te estás abusando, la cortás acá! (a los curiosos) Y por favor, no confundamos las cosas: este sujeto…. ¿Dónde está la cámara? Haceme un plano acá. Este sujeto es un desconocido para mí, supuestamente pertenece a un equipo de intervención y vino para ayudarme y si está deprimido, si lo cagó su novia, o su novio, o su perro, o perdió la casa en los juegos en red me importa tres carajos. Esto no es ningún club de desesperados, acá el suicida soy yo. ¿Está claro? Si quiere destriparse que agarre su cuchillo y se vaya a Reconquista o a la Recova que tiene más tránsito. Este es mi público, mi canal de la televisión y mi vereda, ¿okey?

Tiempo, el suicida se calma.

PSICÓLOGO: Discúlpeme.

SUICIDA: Todo bien.

PSICÓLOGO: Creí que teníamos cosas en común, que habíamos construido un vínculo.

SUICIDA: Fue un error.

PSICÓLOGO: Es que uno está tan solo.

SUICIDA: Chocolate por la noticia.

Tiempo.

SUICIDA: Sabés que no entiendo. ¿Cómo funciona la cabeza de la gente? Vos que estás en esto, ¿cómo se te ocurrió?

PSICÓLOGO: N-no lo sé. Me dije ya que este señor está en el proceso tengo poco y nada que explicarle y quizás podemos empatizar y hacerlo juntos.

SUICIDA: Imposible.

PSICÓLOGO: ¿Por qué?

SUICIDA: Que me mate yo es una cosa, pero que se mate otro conmigo...

PSICÓLOGO: ¿Qué cambia?

SUICIDA (engranando): ¡No sé qué cambia y no tengo por qué explicarte nada,  es raro y me da impresión, punto! (mira la hora) Y ahora me cagaste el impulso. Yo ya tendría que estar muerto y acá estoy hablando de no sé qué carajo con un loco que encima se llama César como mi suegro!

PSICÓLOGO: Perdón.

Tiempo. El suicida observa el cuchillo del psicólogo.

SUICIDA: Es una hoja arbolito, ¿no?

PSICÓLOGO: ¡Cómo dice?

SUICIDA: ¿La de tu cuchillo, es una hoja arbolito?

PSICOLOGO: Sí. Un regalo de mi padre. Hecho en Alemania, creo.

SUICIDA: Sin dudas, acero alemán. Este no es tan bueno, es de cocina, pero le tengo cariño.

Estudian los cuchillos.

PSICOLOGO: ¿Lo quiere? Se lo regalo.

SUICIDA: No, faltaba más

PSICÓLOGO: Insisto. Usted deme el suyo. Hacemos un intercambio.

Se los intercambian.

SUICIDA: Bueno, muchas gracias.

Tiempo.

PSICÓLGO: ¿Puedo proponerle algo?

SUICIDA: A ver.

PSICÓLOGO: Por lo que veo usted hoy ya no va a hacer nada.

SUICIDA: Es verdad (mira la hora) Además es tardísimo.

PSICÓLOGO: Que le parece si nos citamos mañana por la mañana, supongamos en la Costanera, de siete a nueve casi no hay nadie y vamos a estar tranquilos.

SUICIDA: No lo sé.

PSICÓLOGO: Si le parece necesario puede usar una venda, digo por si le da impresión verme. Para mí va a ser muy importante. Por favor (saca el celular) Le devuelvo el teléfono y le hago una llamada perdida.

SUICIDA: 1138918875

PSICÓLOGO: Sellemos el acuerdo.

SUICIDA: No lo sé….Me voy a arrepentir pero okey, sellemos. ¿Nos damos la mano?

PSICÓLOGO (atrayéndolo hacia sí): Mejor un abrazo.

Se escuchan protestas y silbidos de los curiosos. El psicólogo extiende el abrazo, con una mano saca un frasco y se mete varias pastillas a la boca. Inmediatamente pierde el equilibrio y comienza a babear.

SUICIDA (sosteniéndolo): ¡Estás loco! ¿Qué hiciste?

PSICÓLOGO: P-perdón. Sentí el impulso.

El psicólogo agoniza en brazos del suicida, los curiosos ahora vivan y aplauden, el moribundo quiere decir unas últimas palabras.

SUICIDA: ¡SILENCIO!

PSICOLOGO (con un hilo de voz, a los curiosos): Gracias a todos los presentes, gracias a los que nos ven detrás de la pantalla. E-el señor es una buena persona. No permitan que haga una locura (al suicida) No pierda el tiempo, esto no es para usted.

El psicólogo muere. El suicida lo apoya en el piso, los curiosos vuelven a aplaudir, el suicida reacciona, se lleva los dos cuchillos al cuello.

SUICIDA: ¡Basta! ¡Bestias! ¡Enfermos mentales!

ALTAVOZ POLICIAL: ¡Circulen! ¡Respeten la cinta! ¡Circulen, por favor! Tranquilo, señor, ya está llegando el equipo de intervención con el psicólogo.

SUICIDA: ¿Con el psicólogo? ¿Cómo con el psicólogo?

ALTAVOZ POLICIAL: Repito, ya está llegando el equipo de intervención con el psicólogo

SUICIDA: ¿Pero el psicólogo no era este?

ALTAVOZ POLICIAL: No, señor. Nos pidió que lo dejáramos pasar. ¿No era familiar suyo?

SUICIDA (desconcertado): ¿Sabe qué? Pida la ambulancia para llevarse el cuerpo. Yo por mi parte me arrepiento, mire, depongo la actitud (deja los dos cuchillos en el piso, alza el saco y la corbata) No traigan a nadie, ¿escuchó? Cancele el pedido (mientras se marcha) ¡Qué mal está la gente, por Dios!

APAGÓN.


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