Personaje:
OLINDA
Entra Olinda (70) con una máscara antigás colgada a modo de cartera.
OLINDA: ¡Cacerolas! ¡Jarros viejos! ¡Por favor! ¡Compoteras atentando contra la autoridad legalmente constituida! ¡Madre santa ¡Arturo!...El finado se debe estar revolviendo en la tumba, pobre santo... No hagas caso, Arturo, estos zurdos izquierdistas zaparrastrosos buscan cualquier excusa (burlona) ¡Ay, aumentaron las tarifas! ¡Ay, los precios están por las nubes, cómo sube la inflación!... ¡Son la podredumbre, la lacra de la sociedad, son! ¿O me equivoco? ¡Olinda, hay que hacerlos mierrrrda!, me decía el querido Arturo desde el baño, antes de salir para la Comisaría. ¡Cuánto amor! ¡Cuántas charlas! Sabe, a él le gustaba mover el vientre con la puerta abierta para poder charlar conmigo. Sentado en el trono, con el cigarrillo entre los labios mientras hacía fuerza, porque era medio seco de vientre. ¡Cuántos recuerdos! ¡Qué padre ejemplar y mejor marido!... Pero basta porque me voy a poner a llorar como una pavota... (de golpe, sacada) ¡SI UNA QUIERE A LA PATRIA, SI UNO QUIERE LLEGAR AL PRIMER MUNDO, HAY QUE LUCHAR SIN CUARTEL CONTRA ÉSTOS MUGRIENTOS, HAY QUE HACERLOS CAGAR FUEGO, HAY QUE HACERLOS MIERDA!... ¡Perdón, me dejé llevar! Pero dígame usted si es cosa de hacer ir a molestar con cacerolas y ollas viejas a un excelentísimo presidente de la Nación, a una autoridad tan importante, a la hora que se les ocurra, a la Casa Rosada, a la Quinta de Olivos, a la puerta del Congreso. ¡Y con esas fachas!: pelilargos zaparrastrosos llenos de tatuajes, las caras tapadas como el Batman, o el Bairoletto. Dígame, ¿no pueden llevar el pelo cortito, no sé, un pantaloncito de corderoy con camisita al tono, una pollera 3 tableada con un sweater?... Resulta que el otro día, ni bien termina el programa de Mirta, me cruzo hasta lo de Amelia a llevarle la budinera porque le venían parientes de Isidro Casanova, y no va que uno de estos comunistas me lleva por delante, manotea la budinera y se presta a la fuga como alma que se lleva el diablo. ¡La budinera Marmicoc regalo de casamiento de los primos de Córdoba!... Cuando reacciono, voy hasta el ropero, agarro la nueve milímetros del finado y lo sigo. Iban para la plaza del Congreso, eran unos cincuenta. ¡Olinda, reprimí, reprimí!, sentía la voz aspera de Arturo en mi interioridad. ¡Olinda, reprimí, reprimí, reprimí, Olinda reprimí, reprimí, reprimí! (se empieza a escuchar un ritmo de murga, pide palmas, se sube a una silla, canta y baila en ritmo creciente, se detiene de golpe) ¡Ay, qué pasó! ¡Pero cómo se les ocurre subirme acá! Vení, tesoro, ayudame a bajar que me mareo... ¡Arturo, qué ser humano excepcional, qué ejemplo de profesionalismo! ¿Usted sabe que durante el gobierno de Onganía, con la Comisaría llena, mi amado Arturo cedió el gallinero del fondo de casa para almacenar izquierdistas?... “La sociedad está podrida, Olinda -decía desde el inodoro- Los izquierdistas se juntan con los degenerados homosexuales del los night club, con los subversivos de los gremios docentes, los metrodelegados del subte y por las noches conspiran contra la gente decente!”... Digan si estaba equivocado... Bueno, volviendo a lo de la budinera, resulta que cuando llego a la plaza del Congreso me encuentro con todos esos desaforados usando malas palabras, empujándose, tirando baldosas, bebiendo de tetratrik, chicas jovencitas mostrando las axilas sin depilar porque dicen que quieren ser iguales a los hombres, ¡válgame Dios! (se persigna) En resumen, gente totalmente desequilibrada, excremento social “¡Córrase, abuela, porque aquí en breve van a haber choques y se van a 4 producir focos ígneos!”, me dice uno de los muchachos del grupo GEO. Dicho y hecho, al rato los zaparrastrosos estos nos empezaron a tirar con bombas Molotov. ¿Qué debe hacer una viuda argentina, una defensora del sistema republicano de gobierno en estos casos? Me puse a trabajar codo a codo con los pobres muchachos. A muchos los conocía de la Comisaría de Arturo. Atropellamos con las motos, la montada y los carros hidrantes, cuando se agotaron las balas de goma, empezamos a pegar con los palos. Pero se ve que la última camada de la Federal no ha tenido buena preparación. Los zurdos cubanos avanzaban y terminaban vulnerando la primera línea, nos apretujaban contra las vallas y nos impedían la captura de los líderes. ¡Así no, nene – empecé a los gritos- tenés que cazarlo de los pelos y darle: cráneo, clavícula, espalda, articulaciones; cráneo, clavícula, espalda, articulaciones; con un movimiento envolvente! Así le di yo al más chico mío, el Rubencito, cuando Arturo se enteró que se le había dado por el teatro off... ¡Cómo me agradecieron los agentes! Se ve que son buenos chicos, lo mismo que los del grupo Halcón y los del escuadrón antimotines. Trabajadores dedicados. Verdaderos argentinos... Y de golpe, no va que veo flotando para el lado de Callao y Rivadavia, por sobre las cabezas de los zaparrastrosos, a mi budinera Marmicoc. “¡Para allá, para allá!”, le señalo al grupo GEO. Nos desplegamos en “V” y empezamos a avanzar hacia la derecha pisoteando lo que se ponía a nuestro paso. Yo saco la nueve milímetros, introduzco los cartuchos a través de la ventana de carga, pero de golpe no va que me invade la humareda de los gases lacrimógenos y la verdad es que me perdí. Sufro de asma y un poco de presión alta, se ve que el gas lacrimógeno, que aquí se usa vencido para producir mejor efecto, me endrogó; y cuando me quise acordar, andaba 5 caminando sola por puente La Noria, cantando la “Zamba de mi esperanza”.... Me hospitalizaron, sabe, estuve dos días en observación. A la budinera la perdí para siempre. Tota, la peluquera, ahora viene y me dice “¡Ay, Olinda, pero ahora vienen unas mucho mejores, con teflón para que no se pegue!” Claro, ¿y los recuerdos? ¿Y todos los sentimientos que hay en un regalo de casamiento? Arturo, si estás ahí no te enojes con esta estúpida. Se debe estar revolviendo en la tumba, pobre santo. ¡Cacerolazos! ¡Por favor! En el gobierno de Onganía, en el de Videla, mire si iba a pasar esto. Por suerte los muchachos de la Federal me regalaron esta hermosa máscara (se prueba la máscara antigás) Vistosa, ¿no?, da un aspecto así como de importancia. Para que sepan en el barrio, que una, cuando es necesario sabe defender a la patria (se vuelve a escuchar un ritmo de murga, pide palmas, canta y baila en ritmo creciente mientras se retira) ¡Olinda, reprimí, reprimí, reprimí! ¡Olinda reprimí, reprimí, reprimí!...
Apagón
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