viernes, 18 de enero de 2019

Son tan lindos

El calor era agobiante y el parque invitaba a refugiarse a la sombra de los plátanos. En la canchita de papi rodeada por el alambrado alto la pelota iba y volvía a ritmo quebrado y cada tanto se escuchaban las protestas y las risas de los contrincantes. Sentadas bajo los  árboles el grupo de mujeres los contemplaba.
- El sol está picante, ¿no les parece que ya es suficiente? –dijo una.
- Dejalos, si no es hoy, pobrecitos, cuándo van a disfrutar.
- Eso es verdad –apoyó otra.
Las plateistas compartían la ronda de mates con la mirada puesta en el juego. Los de casaca roja ocupaban el campo izquierdo y les llevaban dos goles de diferencia a los de camiseta verde.
- Transpirar los serena –dijo una.
- Y cómo les mejora la piel. A Tomi se le fueron esos granos tan feos que tenía.
- Lo mejor es que el mío después duerme como un ángel –celebró otra.
En el grupo se hizo un silencio, hasta que la que cebaba, con tono reflexivo, dijo como hablando para sí:
- Son tan lindos
Como un talismán poderoso y revelador las tres palabras descorrieron las cortinas de la emoción: el mate se paralizó, en todas se dibujó la misma sonrisa de inefable ternura y cada una buscó con la mirada a su héroe.
El que atajaba con los de verde, un gordo pelado, se arremangó el buzo y señaló hacia el grupo debajo de los plátanos:
- ¿Me quieren decir de qué se ríen estas pelotudas?
La respuesta volvió veloz:
- Dale, Koyack, dejá tranquila a tu jermu y concentrate en el juego que ya te comiste cinco.

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